Ñublense es un equipo sin tradición en Primera División.
De hecho, este 2021 iniciará, en sus 104 años de existencia, recién su quinta estación en la máxima categoría del fútbol chileno, en la que no se ha mantenido nunca más de cinco años.
Su primer ascenso a la serie de honor del fútbol chileno lo timbró en 1976, de la mano del DT Isaac Carrasco.
Sin embargo, el sueño que esperó por 18 años, duró apenas tres temporadas, porque el Rojo descendió en 1979 con Hernán “Clavito” Godoy en la banca técnica.
Pero al año siguiente, en 1980, el retorno a Primera lo timbró el técnico Manuel Rodríguez, ayudado por los 22 goles del centrodelantero paraguayo Sergio Nichiporuk.
La segunda presencia en la máxima categoría del balompié nacional duró apenas un año, porque en 1981 el equipo volvió a descender tras la estampida de la mayoría de los jugadores profesionales, por lo que Ñublense terminó jugando con juveniles y cosechando apenas 10 puntos en la competencia.
Es la peor campaña que un club chileno ha cumplido en el torneo nacional de la que se tiene registro.
El tercer ascenso tardó 26 años y se concretó el 2006 con Luis Marcoleta como líder de una hazaña histórica, los goles de Manuel Villalobos y el recordado penal de Néstor Zanatta.
La ilusión de estar en Primera, otra vez, duró cinco años, porque la caída a los potreros se produjo el 2011 con Carlos Rojas dirigiendo, aunque fue precedido por Marcoleta y Jorge Garcés. Sin embargo, el “Chifi” Rojas timbró al siguiente año el cuarto retorno a la máxima categoría, la que Ñublense volvió a perder el 2015, cuando el estratega Fernando Díaz no pudo frenar el descalabro que previamente tampoco pudo detener Ivo Basay.
Tuvieron que pasar cinco años, para que el técnico Jaime García y sus gladiadores, lograran lo que ya parecía un esquivo sueño: retornar a Primera División.
Por eso, cuando muchos vociferan que la obligación de Ñublense es clasificar a un torneo internacional, yo prefiero ponerla contra el piso y apostar, una vez por todas, a la consolidación del club en Primera, para que no vuelva más a ser un equipo ascensorista, de pobre tradición en la serie de honor de nuestro alicaído fútbol nacional.
