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Señor Director:
Una cuña propagandística ha inventado una palabra estupenda: “empresaurio”. Se trata de promover tecnología de punta, incluida la inteligencia artificial a la administración de empresas. Se escucha un “empresaurio” que exclama “¡Los números no me cuadran!”, ¡Qué mejor identificación de un empresario tradicional que suele estar preocupado fundamentalmente de las cuentas de la empresa!, sin pensar que su negocio está instalado en un país que más que un mercado, es una sociedad con una cultura que puede o no legitimar a la empresa como una actividad fundamental o no.
Como se sabe, en la sociedad en que vivimos, hay grupos minoritarios pero activos que detestan a la empresa privada. Para estos grupos, los empresarios solo son vistos como “los poderosos de siempre”, los que se quedan con riqueza que obtienen de la explotación de los trabajadores. Para esos grupos, el capital no cuenta, sólo el trabajo es la fuente de la riqueza. Estos empresarios tradicionales, piensan que pagando impuestos y salarios cumplen con la sociedad, recientemente, se han convencido muchos que también hay que cuidar el medioambiente, pero son muy pocos los que advierten que hay un “medioambiente cultural” donde es preciso legitimar el papel de los empresarios sin los cuales simplemente no hay creación de riqueza. Esos empresarios no advierten que están perdiendo la batalla en el terreno cultural, donde, quienes los detestan, han logrado imponer la idea que el lucro es algo así como un pecado y que el mérito personal no debe ser fuente de diferenciación alguna, matando la gallina de los huevos de oro que es la capacidad y voluntad de surgir.
“Empresaurios”, ¡Qué buena palabra para designar también a los que no advierten que el peor negocio es ignorar la vida cultural de la que surgen los valores que aprecia y respeta una sociedad!
Alejandro Witker
Historiador