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Embalses: visión y voluntad política

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El desarrollo agroalimentario de Chile y naturalmente de la Región de Ñuble requiere de una gran voluntad y visión política, y por lo mismo, mejorar la infraestructura de riego debería ser el principal desafío de autoridades y agricultores.

Lamentablemente, el camino ha sido muy lento y nos hemos ido quedando atrás, sobre todo en obras de acumulación.

En Ñuble, proyectos hay varios, pero hasta ahora el único que ha dado pasos concretos, cumpliendo el itinerario previsto es el Embalse Zapallar, que será financiado por el Estado y no a través de privados vía concesiones. De mantenerse en este rumbo, su construcción podría comenzar a fines de 2025 o inicios de 2026.

Por otra parte, el embalse Chillán recién está en fase de estudio de factibilidad, que concluirá el segundo semestre del próximo año, mientras que La Punilla, la obra estrella hace una década, ha sufrido sucesivos problemas, en un eterno retorno a la decepción y a la incertidumbre.

Adjudicado a través del modelo de concesiones a la empresa italiana Astaldi durante el segundo gobierno del Presidente Piñera, terminó en un rotundo fracaso, evidenciando una serie de errores y perjuicios para las comunidades de la zona cercana a la represa, como también para la comuna de San Fabián. En la actual administración, el proyecto fue corregido en diferentes aspectos y cuando parecía que se encaminaba a una nueva licitación internacional -también vía concesión- sufrió un nuevo traspié, luego que el Tercer Tribunal Ambiental, dejara sin efecto la resolución de calificación ambiental (RCA) del proyecto de línea de transmisión eléctrica Punilla-San Fabián, que se necesita para evacuar la energía que se genere en la futura central hidroeléctrica del embalse. Pero no todo sería tan oscuro para el emblemático proyecto, pues anteayer la ministra de Obras Públicas, Jessica López, ratificó que se enviará a finales de noviembre una circular aclaratoria para motivar la inversión y reabrir la oferta técnica y el proceso de licitación para su construcción.

Pese a ello, si consideramos los tiempos propios de estos proyectos, es muy probable que termine este gobierno, y la Punilla estará en el mismo punto que hace 4 años. De hecho, si su construcción hubiese comenzado en 2017, como estaba originalmente previsto, hoy habría llegado a su fin, abriendo enormes posibilidades de desarrollo a toda la zona norte de Ñuble, potenciando su vocación agroindustrial.

Pero esa vocación no es excluyente de la provincia de Punilla; hay otros territorios que también requieren más agua, lo que supone construir otros embalses más pequeños y obras de riego, en general.

Por lo tanto, es deber de las autoridades y de los parlamentarios gestionar ante el nivel central un vigoroso plan de inversión pública para obras de riego de menor y mediana envergadura, que están repartidas por diferentes puntos de la región y pueden tener un gran impacto en la pequeña y mediana agricultura. Hay que entrar en modo reactivación y no hay otra manera de hacerlo que con inversión pública e infraestructura atrasada, de la cual hay mucha en Ñuble, sobre todo obras de riego.

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