“Si no te comes la comida te va a llevar el viejo del saco”. La cita es parte de los mitos y leyendas que registra la cultura popular. La macabra amenaza es un medio que, a través del temor, induce a los niños en adoptar un determinado comportamiento. Dicha técnica, en distintos formatos, suele ser usada por grupos de interés para hacer prevalecer sus propios objetivos.
El retiro de los fondos previsionales no ha estado exento de dicha estrategia. La tramitación del primer retiro fue precedida de apocalípticos presagios de colapso del mercado de capitales, lo que afectaba gravemente el patrimonio de las cuentas individuales de los afiliados al sistema de AFP. El segundo retiro fue precedido por la tragedia que enfrentarían los más de 3 millones de afiliados que se quedaban sin ahorro previsional. La actual tramitación del tercer retiro no ha sido la excepción. Según la Superintendencia de Pensiones, con un tercer retiro de fondos casi 5 millones de personas se quedarían sin ahorro previsional, el monto de las pensiones caería en promedio en casi 29%, y sería una política regresiva debido a que los beneficiados serían los hogares de mayores ingresos.
En algo en lo cual todos están de acuerdo es el hecho que los ahorros previsionales son de propiedad de los trabajadores. Además, millones de ellos sin acceso a la ayuda estatal, para hacer frente a la pandemia, hubiesen visto seriamente afectada su calidad de vida de no haber mediado la opción de los retiros de su cuenta de ahorro previsional.
¿A quién le interesa esgrimir la teoría del viejo del saco para incidir en la negativa del gobierno de respaldar una medida que se sabe necesaria y que tiene una contundente aprobación ciudadana?
A principios de la década de 1980, se crearon las administradoras de fondos de pensiones (AFP), como sociedades anónimas cuya finalidad exclusiva es la de administrar un fondo de pensiones, así como otorgar las prestaciones por vejez, invalidez y sobrevivencia a quienes han acumulado ahorros en sus cuentas previsionales. Los recursos que mes a mes aportan los cotizantes, son invertidos en el mercado de capitales y/o en bonos institucionales.
En este sentido, existe un claro incentivo e las AFP para invertir en las mayores empresas del país. El 5,6 % de rentabilidad anual promedio de los últimos cinco años del Fondo C, el cual concentra las preferencias de cerca del 40% de los afiliados, contrasta por ejemplo con el 6,6% de rentabilidad bursátil que exhibe durante igual período el grupo de empresas CMPC S.A. Es decir, si se hubiesen invertido el 100% de los Fondos Tipo C en acciones de CMPC, se hubiese obtenido 100 puntos base más de rentabilidad promedio.
Este fenómeno explica el porque los grandes conglomerados financian una parte significativa de sus inversiones con fondos previsionales que acumulan los trabajadores de Chile. El retiro de dichos fondos incide en la disponibilidad de financiamiento de las grandes corporaciones del país. En esta realidad, infundir temor frente a los efectos del retiro son un elemento disuasivo que sirve para justificar la presión que ejercen los grupos de influencia.
Los escenarios cambian y las variables económicas se ajustan a las nuevas realidades. El retiro de los fondos de la AFP, como se mostró con los fallidos malos augurios de notables personajes de la economía y la política, no necesariamente implica un daño a las pensiones de vejez toda vez que han servido para dar un sentido de urgencia en instalar un sistema de protección social en el país.