Cuando arrancó el torneo de Primera A, Ñublense sorprendió al medio nacional con un fútbol intenso, agresivo y que buscaba siempre el protagonismo en campo rival.
Muchos se ilusionaron con una clasificación a un torneo internacional y los más ilusos, hasta soñaron con la pelea por el título.
Sin embargo, en estas líneas, si bien aplaudimos el sello que impuso el DT Jaime García, dijimos que la primera meta del club era consolidarse en la categoría. Y si el fútbol alcanzaba para algo más, bienvenido era, sin perder el primer objetivo institucional.
Con el pasar de los encuentros y la primera rueda, los rivales, los planteles más nutridos, que tuvieron un arranque más vacilante, recuperaron su nivel individual y colectivo y le tomaron la mano a un Ñublense, que ha sentido el desgaste del torneo con escasas variantes de jerarquía puesto por puesto.
Por eso, las dificultades que ha tenido para ganar, dieron paso a una seguidilla de duelos sin saber de victorias.
De los últimos 12 duelos, ganó 2, perdió 3 y empató 7.
Al equipo le está costando ganar y cerrar los partidos, por errores individuales que perjudican el funcionamiento colectivo.
Pero tampoco le han pasado por encima y ha cosechado un vendaval de derrotas como para incendiar todo postulan algunos apocalípticos. Ñublense, de la mano del joven técnico Jaime García, que está creciendo como entrenador, con aciertos y errores, pero mucho más virtudes, ha logrado una identidad futbolística, que tiene sus bemoles y deben ser corregidos. Sin embargo, la clave es reorientar con frialdad el objetivo y apuntar a mejorar para que el equipo se quede en Primera.
