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No son pocos quienes han manifestado en reiteradas ocasiones, cada vez que visitan la región, que Chillán es una de las ciudades más alejadas de Santiago. Y no lo afirman precisamente por su ubicación geográfica, sino por la cantidad de horas que deben destinar para trasladarse.
Y es que mientras no existan vuelos regulares entre ambas ciudades y el ferrocarril siga siendo el hermano pobre del transporte nacional, esa afirmación seguirá teniendo vigencia.
En ese contexto, el interés por revitalizar y modernizar el servicio de transporte ferroviario en el país puede contribuir mucho a superar este “aislamiento”, sin embargo, una combinación de factores (presupuestarios, políticos, de gestión y probidad e incluso desastres naturales) han retrasado esta aspiración durante las últimas dos décadas.
De hecho, se cumplen 9 meses del corte del servicio del ferrocarril entre Santiago y Chillán debido al colapso de infraestructura que sufrió la red tras las inundaciones del invierno pasado.
El puente Longaví fue uno de los más dañados y su reparación ha tardado más de lo esperado, pero actualmente ya tiene 80% de avance en su reconstrucción, por lo que desde la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) ven muy posible que a fines de este mes no solo el tren regular vuelva a la capital regional, sino también debuten los trenes rápidos que alcanzan una velocidad promedio de 160 km/h y unirán ambas ciudades en 3 horas y 40 minutos. Además, el plan considera una inversión de 77 millones de dólares para renovar y conservar la infraestructura de las estaciones de cuatro regiones, entre las que Chillán juega un rol clave, pues es estratégica para el nuevo diseño de operaciones de EFE.
Quienes han seguido el devenir del transporte ferroviario en Chile coinciden en que nos encontramos en un momento clave. El progresivo incremento del parque vehicular en el país, que queda de manifiesto en el recurrente colapso de la Ruta 5, así como el virtual monopolio del transporte de carga por parte de los camioneros, exige tener una mirada de largo plazo sobre el desarrollo del ferrocarril en el país, pensado no solo como una alternativa segura y rápida para el movimiento de pasajeros, sino que también de la carga, un aspecto relevante si se considera la aspiración de Ñuble de ser una región agroalimentaria.
La conectividad ferroviaria constituye la gran llave para mejorar el transporte, pero también para aumentar la competitividad de los actuales y futuros exportadores locales.
Es de esperar que el compromiso del Gobierno se concrete en los plazos anunciado, pero también es clave que las autoridades asuman el desafío de dotar a Ñuble y al país de un servicio ferroviario que represente una alternativa eficiente y segura para el transporte de carga, conectando a la región no solo con Santiago, sino con los puertos de Biobío y con el sur de Chile.