El renacer después de un trasplante en tres historias locales
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Las historias de Ronald, Matías y Marcia reflejan la importancia de la donación de órganos e invitan a reflexionar sobre cómo, en medio del dolor o en un acto de humanidad, es posible ofrecer una nueva oportunidad a quienes luchan por su vida. A través de la donación, las familias no solo ayudan a un desconocido o a las suyos, sino que también dan testimonio de la capacidad humana para transformar el sufrimiento en un acto de amor profundo.
En el Día de la Donación de Órganos y Tejidos, estas tres experiencias adquieren relevancia y son una luz de esperanza a las más de 2 mil personas que en la actualidad se encuentran en lista de espera.
El pilar de la fe
Hace ocho años Ronald Hervia (39), ingeniero informático de profesión, llegó a Chillán desde Quilpué con deseos de empezar una nueva vida junto a su esposa. Su condición de salud no era óptima y las dificultades económicas lo agobiaban. Sus riñones no funcionaban y dependía de la diálisis para sobrevivir. La enfermedad Glomeruloesclerosis segmentaria y focal, que lo aquejaba desde niño, impedía que estos filtraran adecuadamente.
Como es viñamarino comenzó la diálisis en su ciudad natal y luego decidió continuar este proceso en Chillán, mientras fueron acogidos en la casa de sus suegros.
Esa dependencia al dializador o “riñón artificial” duró 5 años, tiempo en que dejó de trabajar y acceder a una pensión. Desde su ingreso a la lista de espera de trasplante estuvo dos años y medio, hasta que llegó un donante fallecido que le permitió vivir una segunda oportunidad.
Para Ronald el camino recorrido en el transcurso de su patología, fue duro en lo físico y también en lo familiar, ya que, recuerda que, a pocos meses de contraer matrimonio, pasó a diálisis, postergó planes, gastó sus ahorros, sintió miedo y frustración. Sin embargo, la fe en Dios lo ayudó a resistir.
“Siempre tuvimos esperanza. Somos creyentes y Dios tiene sus tiempos. Uno quiere las cosas de inmediato. De hecho, el sistema está creando para que todo sea instantáneo. Imagínate, nos casamos y nos íbamos de vacaciones a Miami, pero toda esa plata se fue porque me enfermé y tuve que buscar mis ahorros. No vivimos vacaciones, porque para vivir necesitaba una máquina día por medio. La diálisis te ayuda a tener “una función renal”. Sin embargo, uno sale agotado, el corazón trabaja a full. A parte que empiezan a fallar otros órganos. Me operaron de la paratiroides”, recuerda.
Sin embargo, el nacimiento de su hija Joyce, en ese intertanto conectado a la máquina, fue revitalizante, pese al agotamiento físico por el que atravesó.
“Cuando nació mi hija más ganas me daban de vivir, pero mi cuerpo no me daba para jugar con ella. (…) Fue complejo, pero sí confiábamos en un Dios que nos ayuda y que tenía sus tiempos. Me daba pena ofrecer esa calidad de vida a mi esposa y a mi hija. A veces no dormía porque llegaba la pensión, pero no me alcanza para nada. Me sentía frustrado como hombre”, admite.
Ronald recuerda que la operación del trasplante duró aproximadamente seis horas en el Hospital Las Higueras de Talcahuano, siendo un éxito, ya que el cuerpo recepcionó al nuevo “huésped” sin inconvenientes. Ya han pasado casi tres años, los que ha vivido sin sobresaltos en un nuevo hogar y trabajando en la librería cristiana “Portal Gospel”.
“Cuando llegué trasplantado, mi hija era la más feliz, porque vio a su papá sano. Ahora es distinto, corremos, la voy a buscar al colegio.(…) Mi salud ha estado bien. Estoy con inmunosupresores, mis defensas las bajan, para que mi cuerpo no active el anticuerpo y no rechace el órgano. Mi prioridad es mi familia, por lo mismo decidimos ser más independientes. Trabajamos juntos en la librería, hago clases particulares de matemáticas y también en la Universidad La República. (…) Los médicos me han dicho que vamos súper bien y que mi trasplante puede durar 30 años. Tengo controles periódicos cada tres meses. Hace poco se habían activados unos anticuerpos en unos exámenes, una especie de alerta amarilla, se ajustaron dosis y seguimos adelante”, relata.
Uno de los deseos que albergaba era establecer contacto con el círculo cercano de su donante para expresar gratitud, sin embargo, por ley, los beneficiarios no pueden acceder a esa información. “Algo que hasta el día de hoy pensamos mucho, es que nos hubiese gustado conocer a la familia del donador/ra, para tener un gesto de agradecimiento, porque insisto, aún en medio de lo triste y doloroso que es perder a un ser querido, ellos decidieron dar vida, y poder ayudar a qué yo tuviera una segunda oportunidad”, expresa.
Carrera contra el tiempo
El chillanejo Matías Escobar es hurtadiano y deportista del programa “Promesas Chile” del IND. A sus 11 años, compite en tenis de mesa llegando a representar a Ñuble en diversas competencias. Su técnica lo ha llevado a destacar entre los ocho mejores tenimesistas de su categoría a nivel regional. Sin embargo, en 2018, a los cinco años, enfrentó su prueba más difícil. Una hepatitis fulminante causó una falla en su hígado que lo mantuvo en una carrera contra el tiempo. Tras estudios y tratamiento en Chillán y en el Sanatorio Alemán, fue derivado a Santiago al Hospital Clínico de la Universidad Católica, donde se sometió a un trasplante proveniente de un donante vivo. Gustavo Alveal, cercano al círculo familiar, fue quien donó parte de su hígado para salvar a “Mati”, por ser un órgano con capacidad de regenerarse en ambos cuerpos.
“Fue súper rápido, porque Mati estaba en coma, ya no podía más, la única forma que él despertara era con un trasplante. Incluso fue prioridad nacional. Cuando estuvo en la Católica hubo un momento que lo tuvieron que sedar y conectar, porque se estaba envenenando su sangre y no reaccionaba. (…) El donante vivo era el plan B en caso de que no encontráramos un donante cadavérico y al final optamos por el plan B, porque estaba en riesgo su vida, no quedaba otra opción. Fue un momento de mucho miedo, porque había que esperar 72 horas después del trasplante para que no hiciera rechazo. Era un mar de incertidumbre. Gracias a Dios, Matías y Gustavo reaccionaron bien”, relata su mamá, Yennifer Guzmán.
La operación fue un éxito, ya que su cuerpo aceptó el nuevo órgano. Sin embargo, posteriormente tuvo que ser intervenido en dos oportunidades más, para ampliar la vía biliar, ya que posterior a la intervención cicatrizó más de lo debido y generó una obstrucción que fue finalmente remediada sin sobresaltos.
“Estuvimos que estar tres o cuatro meses hospitalizados en Santiago. Fue evolucionando bien, pero tuvo que ser intervenido dos veces después, porque tuvo una obstrucción de la vía biliar, algo que puede suceder. Es decir, cicatrizó, pero se cerró un poquito la vía biliar y tuvimos que estar durante un año internándonos una vez al mes en Santiago, haciéndole dilataciones. En 2020 ya fue operado nuevamente y le hicieron una ampliación de la vía biliar y tuvo que dejar de hospitalizarse una vez al mes. Ha estado bien y solo va a controles cada tres meses”, detalla.
En palabras de Yennifer, la experiencia vivida “demuestra que la vida es frágil, que de repente cambia el destino de la noche a la mañana y que la vida hay que vivirla en el presente. Hoy podemos estar bien, mañana no sabemos y hay que vivirla y después de estas experiencias mucho más aún. Él no se acuerda con tristeza de lo vivido, porque con Rodrigo tratamos de hacer las cosas al estilo “La Vida es Bella”, para que no viviera una experiencia traumática”.
Hoy, seis años después, Matías lleva una vida plena y activa, y su familia sigue agradecida por el gesto de amor que les permitió continuar juntos.
“Gustavo tiene una relación muy linda con Matías, siempre se llaman, se abrazan, es como si fuera un hijo. Es el gesto de amor más grande que nos pudo haber dado. Él nunca dudó en ser su donante. Lo más feliz que lo hace, es que Mati tiene algo de él. Toda la vida vamos a estar agradecidos con Gustavo, porque sin su decisión no estaríamos contando esta historia”, valora.
“Volví a nacer”
Han pasado ocho años del “renacer” Marcia Bodadilla (43) desde que fue trasplantada de un riñón en 2016. Es así que tal como si fuera un cumpleaños, celebra su operación, ya que gracias a ello volvió a recuperar su salud. Fue en 2009 cuando se sometió a diálisis en el hospital de Chillán para poder sobrevivir a una insuficiencia renal crónica que la afectó a los 25 años. En ese entonces, su único hijo, tenía cinco años, por lo que, a pesar del diagnóstico, veía su experiencia con optimismo y esperaba llegar con vida al menos hasta que cumpliera la mayoría de edad, lo que fue posible gracias a la donación.
“Nunca tuve problemas con mi diálisis, no fue traumático. A mi entorno le afectó más, lo veían terrible, pero yo vi el vaso medio lleno. Hay otros diagnósticos que no puede hacer nada y con la diálisis, por lo menos, puedes seguir sobreviviendo, solo que amarrado a una máquina. Iba a diálisis y luego me iba a mi casa y el fin de semana a una cancha a ver jugar a mi hijo. No había tiempo para sentirse mal”, admite.
Cuando se operó, Marcia reconoce que sintió miedo por primera vez, ya que en una primera instancia el riñón nuevo no funcionó, por lo que debió someterse a una nueva diálisis, hasta que el órgano comenzó su actividad por sí solo a los dos días posteriores.
En el presente, esta madre chillaneja no ha sufrido recaídas que pongan en riesgo su salud. Ha podido disfrutar de su libertad y de realizarse en el plano laboral como transportista escolar. De por vida, como la mayoría de los trasplantados, toma inmunosupresores, además de remedios para la presión y una anemia. Hace Yoga y usa mascarilla para protegerse de aglomeraciones.
“Ahora puedes hacer el plan de salir, de ir a otro lugar, porque antes estaba día por medio casi en diálisis. Si llegaba a salir tenía que llegar al otro día. Esto fue un regalo caído del cielo, porque logré recuperar mi libertad. Esta es una nueva oportunidad de vida. Yo celebro el día de mi trasplante y cumpleaños, porque vuelves a nacer. Los ochos los he celebrado y cantado como si fuera mi cumpleaños. (…) Como mi esposo es camionero, tenía que viajar, y yo me iba con él, ya no estaba preocupada que tenía que volver a dializarme”, destaca.
Como todo receptor agradecido, a Marcia le hubiese gustado haber conocido a la familia de su donante, para expresarle esta segunda oportunidad.
“Solo sé que era del norte y era un hombre, mayor información no tengo. Me hubiese gustado darle las gracias a su familia, porque ellos en medio de su dolor de perder a alguien, van más allá y demuestran amor hacia un desconocido. Qué mayor muestra de amor que eso, si ellos están en pleno dolor y están donando vida. Esa familia está a otro nivel”.
Donaciones
En Ñuble, una de las principales causas que origina una eventual donación de órganos, son los ataques cerebrovasculares. Riñones e hígados encabezan la lista, cuyos donantes pueden tener hasta 78 años, en cambio en corazón hasta los 55.
Durante este año en el Hospital de Chillán se han concretado tres procuramientos multiorgánicos, extrayéndose 10 órganos para trasplante. En cuanto a tejidos, han sido 19 en total, siendo 13 de piel y seis de membranas amnióticas. En 2023, hubo 7 órganos extraídos y 9 tejidos.
En Chile son más de 2 mil 200 personas las personas que requieren un trasplante. En Ñuble, la enfermera Gabriela Espinoza, enfermera de la Unidad de Procuramiento de Órganos y Tejidos del Hospital Herminda Martín, explica, que solo en caso de riñón, hay alrededor de 400 pacientes en estudio de ingresar a lista de espera por este órgano.
“Son muchísimos, estamos hablando de pacientes que están en estudio, sin contar aquellos que no cumplen criterios por tener patologías asociadas, pero, en general, los pacientes con insuficiencia renal en Ñuble es una cantidad altísima. Principalmente se debe a la diabetes o pacientes hipertensos de larga data, que les va fallando su riñón”, explica.
Asimismo, señala que en el último tiempo la donación se ha visto afectada a la negativa familiar, por lo que han trabajado en sectores rurales principalmente con información para desterrar mitos en torno al tema.
“Este año hemos tenido mucha negativa familiar. Ya llevamos ocho negativas este año en comparación a los años anteriores. Antes teníamos cuatro negativas en el año y ahora el doble. Solo hemos tenido tres donantes, por lo tanto, pudo haber sido más alta la cifra. No respetan la voluntad y hay mucho desconocimiento. Estamos enfocados en intentar llegar más a los pacientes rurales que tienen mucho desconocimiento y mitos respecto a la donación. Estamos intentando hacer campañas para que tengan más información”, enfatiza la profesional.