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El regreso de las fiestas ochenteras y noventeras: nostalgia, música y reencuentro

Las luces de neón, los vinilos, los peinados altos y el sonido inconfundible del rock latino y anglo de los años 80 y 90 han vuelto a llenar las pistas de baile. En Chillán y otras ciudades del país, las fiestas temáticas ochenteras y noventeras se han convertido en un fenómeno que no solo apela a la nostalgia, sino también a una forma de revivir la cultura y la identidad de toda una generación. Lo que en los años 80 tenía su epicentro en lugares emblemáticos como Las Encinas, hoy vuelve a cobrar vida en espacios contemporáneos como el Magnolia Bar, la discoteque del Casino Marina del Sol y otros locales nocturnos de la región donde la mezcla de música, estética y recuerdos se transforma en una experiencia colectiva.

“Todas las fiestas que evocan épocas pasadas funcionan muy bien. La respuesta del público es impresionante”, comenta Hugo Iturra, socio de Magnolia Bar, uno de los locales que ha apostado por este tipo de eventos. “El fin de semana pasado hicimos una fiesta de los 80 y 90, y se llenó completamente. Las entradas se vendieron muy rápido, y se nota que hay un público que espera estas instancias con entusiasmo. No son fiestas que se hagan todos los fines de semana, pero cuando ocurren, todos quieren estar ahí”, relata.

Iturra explica que este tipo de encuentros apelan a una generación que creció en plena explosión cultural. “En esa época convivían dos líneas muy potentes: el rock latino, con bandas como Los Prisioneros o Soda Stereo, y el pop anglo, con figuras que marcaron tendencia mundial. En nuestras fiestas se mezclan ambos estilos, y eso hace que el ambiente sea muy libre y festivo. Es hit tras hit”, dice.

Magnolia ha contado con la participación de DJ Chico Pérez, uno de los referentes más reconocidos en Chile en este tipo de repertorio. “Él fue parte de la última fiesta que hicimos, y la experiencia fue increíble. La gente vibra con cada tema, y hay una energía especial, porque son canciones que todos conocen y que evocan momentos felices”, agrega. El éxito ha sido tal que los organizadores ya preparan nuevas fechas.

“Con el resultado que tuvimos, por supuesto que queremos seguir. Hace poco hicimos también una fiesta ‘Bronco’, más ligada a los 2000, y pasó lo mismo: entradas agotadas. Hay una búsqueda clara por reencontrarse con la música y la alegría de esos años”, comenta Iturra.

Reencuentro con la música

Esa necesidad de reencontrarse con lo vivido es también lo que observa Aníbal Troncoso, productor de Black Producciones, quien ha organizado eventos similares en la región. “Efectivamente, estas fiestas temáticas han proliferado, pero aún falta un espacio pensado para el adulto joven o adulto contemporáneo, el público de 40, 45 o 50 años. Son ellos los que van a las fiestas de los ochenta, porque buscan un lugar donde reconocerse, donde la música y el ambiente los representen”, explica.

Troncoso cree que este fenómeno tiene que ver con la falta de renovación musical. “Ha habido tan poco tiraje en los últimos años que la música de los ochenta y noventa sigue siendo transversal. Si uno piensa, los artistas actuales hacen covers o reversiones de esas décadas. Es impresionante cómo esos temas siguen vigentes, tú pones a Bee Gees, Boney M o Village People, y todos los conocen. Es música buena, con alma, que marcó una época irrepetible”, reflexiona.

Para el productor, el éxito del revival retro también se explica por la ausencia de espacios culturales pensados para este segmento de público. “Falta un espacio para los adultos contemporáneos, por decirlo de alguna forma. No hay lugares donde se programe música en vivo o eventos pensados para quienes crecimos con el rock latino o el pop anglo de esa época. Ya no vienen grupos emblemáticos ochenteros, y eso se nota”, afirma.

Aníbal, con experiencia comprobada en la organización de eventos masivos tanto en Ñuble como en otros puntos del país, es claro. “Las fiestas que se están desarrollando ahora tienen la finalidad de hacer una actividad que genere ingresos, pero no una continuidad para el público realmente aprecia este tipo de música que en el fondo marcó una tendencia”.

Lo cierto es que el fenómeno de las fiestas retro ha devuelto a la noche chillaneja un aire de euforia y pertenencia. En un tiempo en que la música actual parece marcada por la fugacidad, estas celebraciones ofrecen algo distinto: la posibilidad de volver a bailar sin culpa, cantar sin pausa y recordar sin tristeza.

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