Señor Director:
Por estos días la discusión se ha centrado en acusar o no al Pdte. Piñera constitucionalmente. Si dependiera de mí, lo haría, pero no tan solo porque “Afecta la honra de la nación”, por cierto, un hecho inédito para nuestro país.
A mi juicio, el real dolor de lo que está ocurriendo es que nos damos cuenta como, una vez más, las altas autoridades y en ese caso el propio presidente y su familia se enriquecen, a propósito de que puede utilizar sus influencias y poder para tomar decisiones que lo favorecen para enriquecerse más. Mientras tanto, cientos de miles de familias pobres, seguirán siendo pobres.
Lo que duele también, eso es que estas personas eligen la lógica de inversión en islas vírgenes, por lo que sus impuestos tampoco se quedan en nuestro país.
Una familia cuyo ingreso es el sueldo mínimo, no tendrían posibilidad alguna de llegar ni a la cuarta parte de esos ingresos, aunque trabajen toda la vida.
Finalmente, estimado director, es que la desesperanza aprendida seguirá estando presente mientras estas situaciones ocurran y por eso es importante que a la hora de elegir nuestras preferencias el próximo 21 de noviembre no nos olvidemos de estos dolores y de quienes representan el dolor provocado.
Carola Naranjo
Antropóloga