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El poder transformador de la lectura

Hay suficiente evidencia en cuanto a que la lectura permite desarrollar habilidades lingüísticas y cognitivas fundamentales para la persona, tales como el incremento del vocabulario (necesario para lograr conocimientos en profundidad) o el fortalecimiento de la concentración, y desde luego, el hábito lector enriquece la memoria. Cabe mencionar que la lectura va de la mano de la escritura, pues el incremento del vocabulario y los conocimientos previos son fundamentales para escribir bien, y como hemos explicado anteriormente, la escritura revela capacidades superiores de la persona en cuanto permite poner en evidencia las ideas, el nivel de coherencia y lógica, la creatividad, y la capacidad de renovar, ampliar o contrastar argumentaciones diversas, entre otros aspectos. Desde esta perspectiva, resulta imprescindible e ineludible que los jóvenes, desde su etapa preescolar, tengan un inicio oportuno y eficaz en la inclinación por la lectura. Sólo de esta manera podrán, transformar, a tiempo, una conducta ocasional de escuchar relatos diversos en un hábito lector que junto con robustecer la cultura personal, eleve sus altas capacidades humanas.

Para ser más precisos, es conveniente tener en cuenta que el gusto por la lectura comienza muy tempranamente, cuando los adultos leen a los niños cuentos y pequeños fragmentos. Vale la pena mencionar que el encuentro inicial con la lectura se da en los ambientes en que los párvulos se entretienen, asombran y sorprenden al escuchar esas pequeñas narraciones en forma habitual. En los hechos, cuando los padres les leen con periodicidad unos minutos a sus hijos les abren un mundo fértil y prolífico. Ahora bien, durante el primer semestre de 2025 Harper Collins UK dio a conocer una investigación respecto del vínculo que tienen los niños con la lectura, estudio que muestra que la lectura en voz alta ha descendido a niveles preocupantes. Unos pocos datos servirán para ilustrar la situación.

A menos de la mitad (41%) de los niños de 0 a 4 años se les lee con frecuencia, lo que representa una sombría baja respecto al 64% en 2012. Además, entre otros datos el informe subraya que solo al 36% de los niños de 5 a 7 años y al 22% de los de 8 a 10 años se les lee regularmente en casa. Otro antecedente preocupante que revela el estudio es que muchos padres no disfrutan leyéndoles a sus hijos, ya que solo el 40 % afirma que les resulta una actividad entretenida.

Al respecto, valdría la pena revisar cómo está la situación en nuestro contexto próximo. De este modo, si quien está leyendo está columna tiene hijos menores de 9 años o o trabaja en educación de párvulos, podría preguntarse: ¿cuántos días en la semana le leen en voz alta a su hijo(a) o alumno(a)? ¿Cuántos minutos le leen en voz alta cada vez que le leen? Una pregunta específica para los padres: ¿considera que leerle en voz alta a su hijo(a) es entretenido o es una obligación? Si no se asume que el desafío de ayudar a los niños a crecer comienza en la nutritiva interacción familiar y en el trabajo eficaz del ciclo educativo inicial, entonces los resultados educativos seguirán siendo insuficientes.

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