El paradero fantasma de Chillán

Señor Director:
El lunes en Chillán no partió con la habitual modorra de inicio de semana, sino con un desconcierto digno de una ciudad mal despertada. El cierre de 5 de Abril desvió buses y colectivos por Sargento Aldea y 18 de Septiembre, pero el caos no lo provocó la modificación del tránsito: lo provocó la ausencia total de paraderos provisorios. Una omisión pequeña en el papel, gigantesca en la vida real.
El resultado fue un desfile de rostros confundidos: estudiantes que corrían sin saber dónde esperar, adultos mayores caminando de más, trabajadores revisando el reloj como si fueran segundos perdidos de su sueldo. Y los conductores, presionados como siempre, intentando adivinar dónde detenerse sin infringir la ley ni dejar a nadie botado.
Lo grave no fue el desvío; fue este “mientras tanto” sin forma que el lunes se volvió una clase magistral de improvisación pública. El transporte sostiene la ciudad, y cuando falla, la grieta se siente en los bolsillos, en los nervios y en la dignidad de quien solo necesita un lugar claro donde subir.
Ricardo Rodríguez Rivas