El mimbre de Roblería se convierte en el cuarto oficio local en ser Patrimonio Inmaterial

El oficio del mimbre de Roblería fue oficialmente incorporado al Registro Nacional de Patrimonio Cultural Inmaterial, un reconocimiento que pone en valor la importancia de esta tradición artesanal como parte esencial de la identidad de la región de Ñuble.
La noticia fue comunicada a la comunidad esta semana, en el marco del Encuentro de Artesanos y Artesanas en Mimbre de Roblería, instancia que reunió a cultores y cultoras de esta práctica para compartir experiencias, reflexionar sobre su futuro y dialogar en torno a los desafíos de transmitir estos saberes a las nuevas generaciones.
Durante la jornada, los asistentes recibieron la confirmación oficial de esta incorporación, considerada un hito histórico para la comunidad, ya que consolida el valor cultural del oficio y garantiza nuevas instancias de difusión y protección.
El encuentro fue organizado por la Unidad de Patrimonio Inmaterial de la Dirección Regional de Patrimonio, desde donde destacaron que “este reconocimiento es un paso fundamental para preservar y fomentar un oficio que forma parte de la memoria y la identidad de nuestras comunidades”.
En este contexto, el seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Ñuble, Hugo Osorio, subrayó la relevancia de la noticia. “Con esta incorporación serán cuatro las actividades que estarán dentro de este registro en la región. Además, contamos con artes circenses, alfarería de Quinchamalí y teatro de títeres, así que nos llena de orgullo haber podido anunciar esta gran noticia a todos los vecinos que se dedican a la actividad”.
Tradición centenaria en Ñuble
Los mismos artesanos advirtieron la importancia de recordar su historia a través de los relatos que han compilado a lo largo de los años. La tradición del mimbre en Roblería, localidad de Coihueco, se remonta a varias generaciones y ha sido fundamental para la identidad cultural y económica de la zona.
Desde tiempos antiguos, las familias han transmitido de padres a hijos los conocimientos y técnicas del trabajo en mimbre, garantizando la continuidad de un oficio que combina destreza manual con un profundo entendimiento de la naturaleza. La fibra, que crece en zonas húmedas, se recolecta en los alrededores, se procesa y se transforma en piezas que van desde simples cestas hasta muebles y objetos decorativos de gran complejidad.
Este oficio no se limita al trenzado: también implica comprender los tiempos de cosecha y el tratamiento adecuado de la fibra para asegurar la resistencia y durabilidad de cada producto.
Durante el siglo XX, el mimbre de Roblería alcanzó reconocimiento nacional. Sus artesanos comenzaron a destacar en distintas ciudades de Chile, donde sus piezas fueron altamente valoradas por su estilo rústico, funcionalidad y belleza. Sin embargo, la llegada de la industrialización y la oferta de productos más económicos en otros materiales redujo la demanda, poniendo en riesgo la continuidad de la tradición.