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Señor Director:
Con toda seguridad, en un futuro no muy lejano, se ponderará con ecuanimidad y justicia la figura del ex Presidente Sebastián Piñera, en su rol político y como jefe de Estado.
Su trágico deceso, así como todas las pérdidas de líderes especiales que han alcanzado un lugar de privilegio en el orden simbólico de las sociedades, nos permitirá – valga la paradoja de que en momentos tristes, obtenemos las mayores enseñanzas- que nuestra memoria sea un puente de reflexión al momento de proyectar el futuro que anhelamos.
Desde esa perspectiva, su legado será una enseñanza en distintas dimensiones de análisis. La primera, es que Piñera logró disuadir el prejuicio de que el Estado es ineficiente por el solo hecho de serlo.
Sin duda, que su brillante capacidad de realización, reconocida por todos los sectores en estos días, demostró que todavía tenemos amplias oportunidades para dotar a nuestra institucionalidad de mayor eficiencia; como, asimismo, desde la propia naturaleza de la función pública, “importar” códigos de administración o de buenas prácticas del sector privado.
El segundo aspecto, ya más profundo, es que el ex Presidente Piñera logró balancear el mapa político chileno, entre una izquierda social demócrata y una derecha de corte liberal democrática, permitiendo que la pluralidad de ideas y matices enriquecieran el quehacer público.
Ese equilibrio, producto de su liderazgo y de otras figuras que contribuyeron a ello, posibilitó durante mucho tiempo el entendimiento, el diálogo fecundo y la amistad cívica entre sectores ideológicamente distintos. Y es quizás esta virtud del Presidente, la que cobra mayor fuerza en años en que Chile ha estado sumido en la polarización, en la intolerancia, en la mediocridad y en los dogmatismos de posiciones extremas, que no dan ningún respiro a compatriotas que tienen el legítimo derecho de pensar distinto, producto de su cultura, formación o cosmovisión de mundo.
La muerte física de Sebastián Piñera, y el reciente retiro de la esfera pública del ex Presidente Ricardo Lagos, son hechos que pueden marcar un punto de reencuentro en la sociedad chilena. En la medida, eso sí, que quienes tienen el deber de conducirnos, adviertan que una extensión de esta crisis, hipotecará los sueños del país en el largo plazo.
Rodrigo Landa Guíñez