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Para 2030 se proyecta que la población de Chillán, llegará a las 300 mil personas, lo que representa un enorme desafío para la capital regional en cuanto a cómo lograr que sus habitantes puedan llegar a vivir en cierto grado de armonía, conciliando aspectos tan fundamentales como el espacio, las relaciones sociales y ambientales, la operación de servicios públicos para toda una región, nuevos negocios y una gestión que debería ser lo más sustentable posible. Se trata de una dinámica compleja y que debe ser enfrentada con una planificación que junto con plantearse metas de mediano plazo, anticipe nuevos escenarios.
Ese es el desafío que abordó la Comité Bicentenario, convocada hace tres años por la actual administración municipal, e integrada por 23 profesionales, representantes de gremios productivos, artísticos, de la administración pública y empresarios locales que han buscado combinar proyectos de adelanto que tienen urgencia, como también de otros que no están signados por la premura, pero que son igual o más relevantes para el futuro de Chillán.
El Plan Bicentenario 2035 se estructura a partir de cuatro grandes ejes estratégicos para guiar las presentes y futuras políticas públicas locales. Su objetivo es fortalecer y fomentar la construcción de una identidad territorial y un sentido de pertenencia entre los habitantes y ocupantes de nuestra histórica comuna, establece el documento titulado “Chillán 2035, una visión compartida de ciudad para personas”, redactado por el coordinador del comité, el arquitecto Miguel Pino.
El diagnóstico considera problemáticas actuales y futuras, tales como el acelerado crecimiento demográfico, la contaminación ambiental, la congestión vial, el aumento de la demanda inmobiliaria y energética, la preservación del patrimonio natural y cultural y la atracción de inversiones y creación de empleos formales, aspecto muy relevante dado el prolongado deterioro de la actividad económica de Chillán, en general y del mercado del trabajo, en particular.
Ante ese escenario, el Plan Bicentenario propone una cartera que incluye 24 proyectos llamados “emblemáticos”, 10 proyectos “detonantes”, 15 acciones de gestión prioritaria y 70 acciones que persiguen potenciar actividades sociales, deportivas, culturales y económicas. Igualmente, plantea un horizonte temporal, de acuerdo a los plazos estimados para su ejecución. En ese sentido, hay iniciativas de corto plazo (2022-2025), mediano plazo (2025-2029) y largo plazo (2029-2035), lo mismo que una proyección financiera, dependiendo de si las fuentes de financiamiento corresponden a entidades públicas o privadas.
Pero sea cual sea la forma de costear tal cartera de proyectos, lo importante es nunca olvidar que para que cualquier planeamiento estratégico realmente funcione debe existir capacidad para monitorear sus instrumentos y logros y sobre todo la convicción de no abandonar la hoja de ruta trazada, independiente de los ciclos políticos y los alcaldes o alcaldesas de turno. Cuando aquello brilla por su ausencia, las ciudades terminan siendo un monumento a la improvisación.
Chillán no ha llegado a ese extremo, pero buena parte de sus problemas se deben precisamente a una sucesión de ejercicios fallidos de planificación, y eso no debemos olvidarlo.