Señor Director:
Llevándole la contraria a la disyuntiva planteada en el título, a través de mis escritos, pero dependiendo de la buena voluntad de los medios de comunicación, estoy realizando una campaña destinada a fomentar el gusto por la lectura. Algo así como para justificar mi existencia en los últimos años, antes de emprender el viaje sin retorno; ya voy en los 95 años, pero para este objetivo me cuido lo necesario en mi afán de emular la edad del chileno más longevo, que alcanzó los 121 años.
En nuestro país se está leyendo literatura cada día menos y a todo nivel: niñez, juventud y gente madura. Para escribir con base, cada vez que ingreso a una librería, que es muy seguido, pregunto ¿cómo anda la venta? Me responden: ¡pésima! Les repregunto ¿y durante la pandemia? Respuesta :¡peor!
Esta respuesta me ha impulsado a escribir mis cinco libros publicados durante la pandemia en forma poco menos que artesanal, para abaratar costos. Y ahí están esos mis cinco libros”, por orden de aparición: “Tus locuras me hacen reír”, relatos breves; “El burro Meregildo y la cuestión social”, obra que tiene la particularidad de haber sido escrita en versos, como mis crónicas rimadas; “Mi primo Down, camino de esperanza”, novela; “La mosca de los ojos pintados y piernas largas” una colección de 34 de mis cuentos; “El huinca verde” novela” y está en imprenta mi novela más reciente y preferida “Alondra y Andrés, lazos en el viento”, que está por salir a luz en estos días.
Los resultados económicos son desastrosos, pero eso no ha inhibido mi campaña y sigo en la brega, tanto que he enviado sets de esos cinco libros a varias bibliotecas, cada uno con el siguiente eslogan: “Al lector que tome este libro y lo lea, se le premiará con una buena dosis de gusto por la lectura”. Llegará de nuevo el día en que tendremos lectores habilitados para disfrutar de la lectura de un buen libro. Yo por mi parte, habré hecho mi modesto aporte.
Washington Sandoval
Gessler