El goleador resiliente: la historia de superación de Patricio Rubio
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“Siempre fue mi sueño ser futbolista. Mi mamá me dijo, en los últimos años antes que me empezara a ir bien, te vas hueón a trabajar si no te va bien jugando fútbol, es la última oportunidad que te doy. Me metió presión, no sé qué hubiese hecho, porque para los estudios era malazo”.
La confesión pertenece al goleador de Ñublense, Patricio Rubio, quien en entrevista con el espacio “Te Quiero Ver” de TNT Sport, reveló desconocidos capítulos de su sufrida historia de superación.
El “Pato”, desde niño, debió ser resiliente para superar duras pruebas que marcaron su vida, para transformarse en un artillero de fuste. Tras hacer sus dos primeros años en las inferiores en Colo Colo, se fue a Argentina, para jugar en Rivadavia, de la Tercera División.
“Viví en una pensión, pasaba hambre. Estaba todos los días a pura polenta, pero con la plata que me enviaba mi mamá yo me compraba leche y cereales. Estuve dos años, de los 16 a los 18. Me movía en bicicleta a todos lados, para ir a jugar, pero me ayudó a crecer, a tener experiencia y ser fuerte, a luchar. Si es lo he hecho toda mi vida, a mí nadie me ha regalado nada. Todo lo he conseguido con mis propios méritos. Me tenía fe, quería ser jugador de fútbol, pero fue duro, lloraba mucho, pensé en tirar la toalla, estaba lejos, no tenía para comer”, reveló Rubio.
En ese proceso, su madre Jéssica, su abuelo Rodolfo, sus tíos y hermana fueron un apoyo clave.
“Mi madre Jéssica ha sido importante, mi abuelo, mi hermana. Mi mamá era sacrificada, trabajada en la Universidad de Chile, en Química y Farmacia y de ahí se iba a trabajar a otras partes y llegaba a las 11, 12 de la noche. Era madre soltera, la veía poco y mi hermana y mi abuelo me llevaban a los entrenamientos en Colo Colo”, relató el oriundo de Santiago centro, quien peloteó en el Barrio Franklin, cercano al Persa Bío Bío y fue campeón en Tercera División con Barnechea, de la mano de Mario Salas, que lo reubicó de “9”, dejando su posición de lateral derecho.
“Fue clave mi mamá. Ella trabajaba y mi tía me cuidaba con mi primo. Hasta hoy ha sido importante. Una familia unida. Todo lo que soy se lo debo a ellos. Después pude recompensarla y le regalé una casita en la playa, por todo el sacrificio que hizo para que yo llegara hasta donde estoy”, evocó el delantero agradecido.
Padre ausente
Uno de sus grandes dolores fue crecer sin una figura paterna.
“Fue tema muchos años, en la infancia y hasta grande, fue complicado, me hubiese gustado que estuviera más presente, estuvo poco y nada. Ya falleció, pero mi mamá, mis tíos y abuelos suplieron ese afecto, pero fue tema y pasaron cosas que no se las doy a nadie. Apareció cuando era profesional, pero no fue agradable”, contó Patricio.
“Nunca estuvo, muchas veces quedé esperándolo, lo veía una vez al año, me dejaba esperando todos los fines de semana, pero me puse los pantalones y corté la relación. No era sano porque cuando debió estar no estuvo. El sacrificio lo hizo la familia de la mamá. Mi abuelo Rodolfo fue cómo mi papá, tiene 82 años, fue conmigo a Pinto Durán cuando me llamaron a la Selección Nacional y me llevó a Colo Colo, donde se inició cómo lateral derecho”, contó el delantero, quien recalcó que hoy es un padre presente con sus dos hijas.
“No quiero que vivan lo que yo viví. Siempre quiero estar presente”, refuerza, antes de cerrar el sufrido capítulo de su viejo.
“El tema con mi padre fue difícil. Mi padre tuvo una enfermedad y quedó en coma. Me contactó su pareja de esa época y fui a verlo al Hospital Van Buren. Y fue raro porque entro, le digo que lo perdono por todo, me despido de él, salgo y fallece, como que estaba esperando que me despidiera, estaba esperando mi perdón”, expresó Rubio en la entrevista para TNT Sport.
El fútbol le cambió la vida, confesó el goleador que suma casi 200 anotaciones en su carrera. Ganaba 200 lucas en Iberia y Barnechea y en tres años saltó de jugar fútbol amateur a brillar en Unión Española, la U. de Chile y a jugar al Querétaro de México, donde fue compañero de Ronaldinho, quien lo hizo su “regalón”, compartiendo inolvidables encuentros y “carretes”.
“Nos mandamos buenos carretes con Ronaldinho, eran hasta el otro día”, evocó con alegría Rubio, quien hace poco terminó el cuarto medio porque su meta es seguir estudiando tras el retiro.
Quedarse en Chillán
Rubio reveló que su futuro lo vislumbra en Chillán.
“Estoy feliz en Chillán, con ganas de quedarme acá. Estudiar algo relacionado con la gerencia o la representación del fútbol. Seguir invirtiendo, construir mi casa en Chillán, es una ciudad tranquila, no hay tanta delincuencia cómo en Santiago. La gente es cariñosa”, confesó el delantero que quiere jugar cinco años más.
“Mientras me sienta bien, haciendo goles y siendo un aporte, seguiré jugando”, sentenció orgulloso porque supo ganarle a la vida cuando su sueño parecía esfumarse.