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El futuro es agrícola

Las razones de la baja competitividad y las propuestas para superar ese rezago que muestra su economía respecto de otras regiones del país, es la gran pregunta que deberá responder Ñuble en la próxima década.

Sin perjuicio de aquello, hay bastante coincidencia en que dos son los desafíos primarios: aprovechar las oportunidades del potencial agroalimentario que tiene prácticamente todo el territorio regional y a las instituciones de educación superior existentes en la zona, varias de ellas con capacidad de generar investigación básica y aplicada.

Destaca en ese sentido el liderazgo que ejerce la Universidad de Concepción, una de las tres universidades complejas más importantes del país, cuya vinculación con el mundo productivo de la región se mantiene por décadas y que suma decenas de proyectos relacionados con la agricultura, el mejoramiento genético agrícola y ganadero, y el desarrollo de nuevas variedades.

A este esfuerzo también se han integrado fuertemente en la última década el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), a través del centro Quilamapu, y la Universidad del Biobío, con importantes avances en el ámbito de los alimentos e ingredientes.

Todo aquello confirma que hay capital humano, experiencia y redes que pueden ser muy útiles a la hora de configurar una hoja de ruta que se haga cargo del potencial agroalimentario y de modernizar una matriz industrial dominada por la producción forestal-maderera.

En materia de exportaciones, por ejemplo, más de dos tercios dependen del rubro forestal, mientras que la agroindustria se basa apenas en el azúcar, la inulina y algunos pocos productos hortofrutícolas con baja agregación de valor, pues corresponden a fruta fresca, en desmedro de subsectores como los congelados, las conservas, los deshidratados y los jugos, que no tienen un peso significativo en la canasta local.

Es claro que se requiere un impulso modernizador potente, fruto de un trabajo público-privado, con una política de incentivos audaz, para lo cual las autoridades tendrá nuevas herramientas derivadas de recientes cambios legales a los gobiernos regionales, pero sobre todo se necesitará el compromiso del empresariado y de los agricultores de incorporar innovación y conocimiento a sus actividades productivas.

Detenernos en este tema siempre será pertinente, pues la economía de la Región (empleos, salarios y productividad) sigue porfiadamente a la cola del país, pese a tener potencial para estar siempre de la medianía de la tabla hacia arriba.

Por lo mismo, hay que seguir también con atención las propuestas que hacen los siete candidatos presidenciales en sus programas de gobierno, pues de quien resulte vencedor o vencedora se esperan medidas y dedicación de las autoridades que designe en la cartera de agricultura, por generar un escenario favorable para consolidar el despegue definitivo de nuestra principal vocación productiva.

A no dudarlo, solo una industria agroalimentaria diversificada, moderna y competitiva tendrá un real impacto en el desarrollo económico y en los ingresos de todos los habitantes de Ñuble.

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