Bastante se ha hablado de la gran transformación digital que estamos experimentado a partir de los últimos acontecimientos a nivel mundial. En cifras reales, se afirma que la adopción del comercio electrónico se adelantó el equivalente a 5 años. Para aterrizar, es como que ahora estuviéramos viviendo en el 2025.
Lo grandes catalizadores de este fenómeno han sido: el marcado distanciamiento social, la adopción de la tecnología, las capacidades logísticas y la experiencia interactiva.Pero, ¿estaban las empresas chilenas preparadas para experimentar esta real “máquina” del tiempo? Muy pocas sería la respuesta más segura. Las bondades de la tecnología permiten que las empresas establezcan una conexión con las personas de forma ágil, rápida y simple. Por esto, optimizar los procesos internos es una tarea perentoria con poco tiempo de adaptación, ya que el consumidor está rodeado de buenas y viables alternativas de sustitución.
Bajo esa óptica, la adopción de la tecnología digital es ciertamente el camino futuro para la mayoría de las empresas. El punto preocupante es que muchas ni siquiera están pensando en esa vía. Entonces, se debe trabajar muy fuerte (y contra el tiempo) de cara hacia el futuro.
Para muestra, las cifras que entregan instituciones que monitorean los datos de comercio electrónico en Chile indican que un 75% de los “nuevos usuarios digitales” seguirán usando esta vía de compra post pandemia. Por tanto, no estamos en presencia de una moda ni una tendencia pasajera.
El gran beneficiado con este auge del e-commerce es sin duda el consumidor, ya que las principales barreras que presentaba este canal de compra como la desconfianza de los usuarios, las alternativas de los medios de pago o la seguridad de los datos personales, han sido atendidas por parte de las empresas buscando estar a la altura de esta nueva modalidad.
El e-commerce genera múltiples oportunidades a todo nivel pero aún estamos en una etapa de consolidación frente a la gran avalancha de interacciones, bajo la lógica del canal directo cliente-empresa, que se ha multiplicado en los últimos meses.
Las mejoras en los procesos de logística forman parte de este enorme desafío que presentan las organizaciones. Esto no es solo un proceso de compra sino que, como vemos en cualquier tipo de análisis de marketing, están todos los elementos que se requieren para llegar de forma eficiente, con el producto hasta el lugar donde lo necesita el consumidor.
La nueva dinámica competitiva ha cambiado el nivel de valoración del cliente frente al proceso de compra: antes dominaba el precio y el producto; hoy los plazos de entrega y los costos de envío, son los atributos más valorados para decidir la compra. Así, el hecho de que los consumidores manifiesten su insatisfacción ante estos últimos puntos, está señalando el camino que se debe seguir para planificar las futuras estrategias de mercado.
Todo esto llega en un complicado momento, donde cada empresa debe estimar muy bien la forma que puede lograr economías de escala, para optimizar adecuadamente su tecnología y transformar en una real oportunidad todo lo que significa este indiscutible y definitivo auge del e-commerce.