“El fervor que producía septiembre se vivía intensamente en los centros urbanos y en los campos”

El historiador chillanejo Adolfo Márquez Esparza rememoró junto a La Discusión cómo se vivían las Fiestas Patrias en décadas pasadas en Chillán y Ñuble, destacando un ambiente comunitario y lleno de símbolos que hoy parecen lejanos.
Según recordó, septiembre se anunciaba con la preparación de las calles y casas, que se pintaban y adornaban con banderas y guirnaldas hechas en los propios hogares. El embanderado era generalizado y la fiesta se sentía tanto en los campos como en los centros urbanos.
Los pasajes se cerraban para dar paso al baile, y la Plaza de Armas se convertía en el epicentro del fervor patriótico, con desfiles, familias enteras y el característico sonido de organilleros y chinchineros.
Las fondas y ramadas de antaño también tenían un carácter distinto al actual. Eran construidas literalmente con ramas y se extendían en lugares emblemáticos como la avenida Collín o la avenida Ecuador en los años 80.
En Chillán Viejo, los sectores destinados a estas celebraciones se transformaban en verdaderos puntos de encuentro comunitario. Con el paso del tiempo, explicó, la fiesta cambió.
Los juegos también formaban parte del espíritu dieciochero. Márquez recordó competencias como el palo ensebado, las carreras en saco, el tiro al blanco, el emboque o las carreras a la chilena en las zonas rurales.
Sin embargo, muchas de estas costumbres, indica Márquez, se han ido perdiendo con la modernidad. Para el historiador, la llegada de las nuevas tecnologías ha desplazado la creatividad y la vida comunitaria de antaño.
¿Cómo se vivía en Chillán y Ñuble la llegada de las Fiestas Patrias en décadas pasadas? ¿Había un ambiente de anticipación similar al de hoy?
El fervor que producía la llegada del mes de septiembre se vivía intensamente en los centros urbanos y en los campos de la antigua Provincia de Ñuble.
La primera manifestación de la llegada del 18 era el hermoseamiento de calles y casas, se pintaban los troncos de los árboles de calles, plazas y jardines, se pintaban las casas y las rejas.
El embanderado era generalizado. Se usaban muchas guirnaldas tricolores, de papel de volantín con calados de distintos diseños, confeccionadas en los propios hogares y en las escuelas. No teníamos la invasión de productos chinos.
Me atrevo a decir que antes había una mayor participación y una mejor relación de convivencia entre los vecinos. Recuerdo que en algunas poblaciones se adornaban los pasajes y en los días 17, 18, y 19 se cerraban para da lugar al baile. En muchas ocasiones íbamos desde Chillancito hacia la población Coihueco, allí las fiestas eran en grande.
El día 18, se vivía el fervor patriótico en la Plaza de Armas, con desfile de las instituciones armadas, familias completas, vendedores de banderitas, remolinos, globos, manzanas confitadas, barquillos y de un cuanto hay. Por allí también se escuchaba el sonido inconfundible del organillero y el chinchinero. Todo era alegría.
Un detalle importante es que las familias de inmigrantes izaban dos banderas en el frontis de sus casas, la chilena y la de su país de origen, lo que atraía nuestra curiosidad de niño.
Lo mejor de todo era la seguridad y el buen compartir.
¿Qué tipo de fondas o ramadas se instalaban antaño? ¿Eran más familiares, comunitarias o había grandes celebraciones organizadas por las autoridades?
Que bellos recuerdos se me vienen a la memoria. Las ramadas hacían honor a su nombre, estaban hechas de ramas. El recuerdo más antiguo que guardo es de aquellas que se instalaban a todo lo largo de la avenida Collín, cuando el bandejón central no tenía el carácter de parque. Al comienzo de los años 80 se instalaban en la avenida Ecuador, también en toda su extensión.
Las había para bailar, consumir ponche, chicha en cacho y empanadas, otras que eran solamente para ir a comer, las fritanguerías.
En Chillán Viejo las ramadas tenían las mismas características y de igual forma eran en gran cantidad. Las primeras que recuerdo estaban instaladas, por mucho tiempo, en la manzana poniente que hoy ocupa el parque monumental.
Luego de la construcción del parque, éstas se instalaron en la “cancha de los tubos”, nombre que se le daba a la manzana situada entre las calles Tomás Yávar, Antonio Varas, Mariano Egaña y Ángel Parra.
Era un ambiente tranquilo, sano, de mucha convivencia, donde participaban familias completas sin temor a sufrir algún contratiempo.
Ya a mediados de los 80, hay un cambio profundo. Todo es más riesgoso, disminuyen considerablemente las ramadas y se instalan en recintos privados. Famosas fueron durante muchos años las ramadas del Regimiento y del Cuerpo de Bomberos, que ofrecían un ambiente más seguro y una excelente atención.
¿Qué juegos, competencias o festivales eran característicos del 18 de septiembre en esos tiempos?
Indudablemente, lo que más atraía la atención era el Festival del Volantín, donde jóvenes artesanos exhibían las más variadas creaciones, predominaban los colores patrios. Había volantines, cometas, las pavas, aquellos volantines de grandes proporciones, y las pequeñas “cachurras”. También podíamos encontrar las humildes pero entretenidas chonchonas, hechas de papel de diario u hojas de cuaderno y de largas colas.
En los extremos de las ramadas se solían instalar los juegos tradicionales y de azar, como el tiro al blanco, al disco, a los gatos y tarros porfiados, ruleta, los dados, juego de las argollas y otros tantos según el ingenio de los comerciantes del rubro.
También había espacios para juegos como el palo ensebado, tirar la cuerda, elevar volantines, carreras en saco, agarrar la chancha (o el chancho), se hacían competencias de emboque, del trompo, entre otras entretenidas competencias. En las zonas rurales eran famosas y muy concurridas las carreras a la chilena.
¿Hay tradiciones de antes que ya no se practican hoy en la región?
Sí. Con la modernidad y las nuevas tecnologías han desaparecido muchos juegos tradicionales. El celular ha terminado con nuestra cultura vernácula. Adultos y jóvenes hoy viven cabeza gacha sin siquiera darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. Hoy no imaginan, no crean, imagino que tampoco sueñan.
¿Cuáles diría que son los mayores cambios en la forma de celebrar el 18 desde la primera mitad del siglo XX hasta hoy?
En la actualidad es muy raro encontrar las ramadas de antaño, hoy se habilita un galpón y se le ponen algunos adornos o simplemente se cierra un espacio con lonas y ya. La cueca ha sido relegada, las cumbias logran sobrevivir y se han impuesto otros ritmos que de arte musical tradicional tienen muy poco.
La chicha, el ponche y el vino han sido desplazados por el terremoto, la cerveza y otros tragos a partir de licores destilados. En cuanto a comidas, también ha habido cambios significativos, quitándole espacio a las empanadas de horno y fritas.
¿Qué elementos de las celebraciones de antaño cree usted que deberían rescatarse en la actualidad?
Sería muy interesante que se restablecieran todas aquellas tradiciones ya extinguidas. Creo que en la medida que avanzan las tecnologías, surgen nuevas redes sociales y se intensifica la globalización y los movimientos migratorios, generando una simbiosis cultural dando origen a una nueva cultura, híbrida y en constante cambio, será imposible recuperar aquellas tradiciones que hoy se guardan en la memoria.