Señor Director:
Una nueva legislación en Italia busca penalizar a quienes usen palabras en inglés y otros extranjerismos en comunicaciones oficiales, ya que “degradaría” el idioma del país. Se calificó este uso como “anglomanía”, una afición exagerada por el empleo de anglicismos.
La introducción creciente de palabras en inglés en la comunicación formal e informal no es algo que se limite a ese país, sino que es un fenómeno mundial que va en aumento.
El idioma inglés se ha convertido en una lengua franca, un medio global de comunicación entre diversas comunidades, que también ha introducido nuevas palabras y términos en el contexto de la evolución tecnológica. Cada vez es más frecuente observar rubros en los que hay un uso creciente de anglicismos, ante la ausencia o imposibilidad de expresar las mismas ideas en lengua nativa. Un ejemplo serían los “leads” en jerga de marketing —personas que expresan interés en un producto o servicio determinado— y cuya traducción muchas veces se dificulta por la posibilidad de generar confusión en el rubro.
Vale la pena conciliar un enfoque en el que rescatemos y valoremos el uso de nuestra propia lengua, en el caso del español, un idioma rico en vocabulario y que cada vez se flexibiliza más ante la aparición de neologismos, sin desconocer la importancia de la evolución tecnológica a nivel mundial, que trae consigo nuevas palabras y conceptos que será necesario incorporar y, eventualmente, reformular para estar a la par de los nuevos desarrollos.
Carmen Virginia Suárez
Directora de Carrera de Traducción e Interpretación en Inglés UDLA
