Josué Sáez no para. El dueño de la discoteca Costa Cuervo, cerrada desde marzo pasado debido a la pandemia del Covid-19, no se ha quedado un día tranquilo, intentando sobrevivir con el local prácticamente muerto. Ha vendido verduras, almuerzos a domicilio y pescados, intentando soportar las consecuencias que trajo consigo el Coronavirus. Josué cuenta que con lo que alcanza a reunir había estado cancelando las imposiciones de los trabajadores que tenía a su cargo. Sí, tenía. Por estos días debió finiquitar a varios porque “ya no me dio para más”, afirma.
“Llevaba siete meses pagando imposiciones. Tuve que despedir a más de diez trabajadores y aquí estoy, tratando de aguantar mientras más pueda. La fuerza y las ganas están, ojalá pase todo esto pronto, que la gente coopere y entre todos nos cuidemos, porque nosotros no hemos recibido ningún tipo de aporte. Conformamos un gremio y hemos tenido algunas reuniones con la Intendencia, con Salud, pero hasta el momento no ha habido aporte, ni ayuda, ni subsidio de arriendo”, dice con esperanza.
Efectivamente, los dueños de los locales nocturnos se agruparon en una asociación que en fase tres había estado preparándose para la esperada apertura en terrazas. Eso, hasta que la intercomuna retrocedió a fase uno, mientras ellos ven por la televisión y redes sociales cómo en Santiago, ya hay algunos restaurantes atendiendo a público en medio de estrictas normas sanitarias.
Esa es la esperanza de Josué y de tantos otros. “Aguantar unos meses más pagando arriendo e imposiciones para volver a fase tres y luego llegar a la fase cinco, en donde podríamos abrir. Como gremio estamos atentos y expectantes para volver a trabajar con terraza abierta. El alcalde facilitó el no cobro por terrazas, pero aun así se sigue pagando la patente semestralmente. Si nos dan permiso para reabrir, además, tendremos que tomar todas las medidas”, advierte.
El gobierno determinó el cierre de los locales nocturnos y de diversión el 20 de marzo pasado. Solo hace algunas pocas semanas, a aquellos con patente de café o restaurante de la Región Metropolitana pudieron volver a abrir con estrictas medidas. Todos solo en terrazas al aire libre y respetando las distancias físicas entre mesas, entre otras consideraciones. En Ñuble ya hay experiencias como lo ocurrido en Las Trancas y en Cobquecura. Un panorama que por lo menos en Chillán, no ha sido posible.
“Somos responsables”
Las discotecas, pubs y gimnasios son los últimos en el Plan Paso a Paso. Estos recintos recién podrían abrir en la última fase, denominada apertura avanzada, etapa que permite aumentar la cantidad de gente en actividades, siempre con las medidas de autocuidado. En esta etapa, según estipula el Plan, se permitirá el funcionamiento de pubs, discotecas y gimnasios abiertos al público, pero con un máximo de 50% de su capacidad.
Francisco Merino, de Club La Piedra, lo tiene claro y al comienzo de la conversación advierte que “queremos ser responsables como empresarios nocturnos. Llevamos más de seis meses cerrados, pero tenemos conciencia que no somos negocios de primera necesidad y que seremos los últimos en abrir”, precisa reconociendo que le provoca un sentimiento encontrado ver que hay negocios esenciales que abren sus puertas sin las medidas de seguridad correspondientes. “Nosotros no abriremos hasta que estén todas las condiciones dadas”, lanza.
“Básicamente, como discoteque no tenemos posibilidad de abrir en fase tres tampoco, porque debemos estar en fase cinco y ni siquiera se han dado a conocer esos requerimientos, no somos prioridad para la pandemia. El gobierno ofreció apoyo y protección al trabajador, pero ya llevamos seis meses, nos hablan de un año y sin ingresos es bien difícil poder seguir. Yo ya llegué a acuerdo con mis trabajadores para los despidos y hoy estamos sobreviviendo con los ahorros”, precisa.
Francisco devela los mismos problemas que Josué. Están pagando la patente municipal por funcionar, sin estar funcionando. De no pagarla, se revoca inmediatamente. Aún así, la intención es seguir adelante. “La decisión pasa ahora por proteger la economía del local para hacer una reapertura cuando se pueda, porque no hay ayuda real, todo es postulación, en todo hay cupos. Yo ahora he despedido a 22 trabajadores en total, pero no hay que olvidar a las personas que trabajan en torno al rubro de la entretención nocturna como promotoras, mimos, músicos, proveedores, en fin. Es mucha más la cantidad de personas perjudicadas”, indica.
Tampoco Francisco ha podido pensar en reinventarse, porque el local fue construido para ser discoteca hace ya varias décadas. Tampoco tienen terraza porque su entrada da a la Avenida O´Higgins directamente. “Yo entiendo que como empresarios tenemos una responsabilidad y tengo que buscar la forma de aguantar porque no somos prioridad, se nos ofrecieron ayudas para seis meses, pero ahora empieza el calvario, sobre todo porque tomé el préstamo Covid y hay que empezar a pagar el otro mes”.