Señor Director:
Según datos de Naciones Unidas, el número y la duración de las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000. Se estima que para 2050 las sequías afecten a más de tres cuartas partes de la población mundial. Esta realidad también afecta a nuestro país.
En Chile no es novedad el avance de la desertificación en la zona central, la escasez de lluvias y disminución de caudales, con lo cual el acceso a agua potable en las zonas rurales está en situación crítica. Una consecuencia directa es que personas que antes contaban con agua potable, la han perdido. Los Servicios Sanitarios Rurales ven cómo sus pozos se secan o disminuyen sus niveles, teniendo que profundizarlos, construir nuevos o, en el peor de los casos, debiendo obtener agua del camión aljibe, con lo cual volvemos a una solución de emergencia cada vez más recurrente en nuestro país.
El abastecimiento de agua no es sólo una necesidad básica de todo ser humano sino también una herramienta clave para la superación de la pobreza, enfrentar problemas sanitarios y para ayudar en parte a disminuir las brechas sociales. ¿Por qué no hemos sido capaces de enfrentar los desafíos climáticos y adaptarnos para asegurar abastecimiento de agua a las comunidades carentes? Existen alternativas innovadoras disponibles en el mundo y en Chile. Debemos romper barreras y comenzar a implementarlas en forma masiva. Hay más de 1 millón de chilenos que no pueden seguir esperando.
Antonia Rivera
Directora Ejecutiva Fundación Amulén