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La Región de Ñuble registró eventos meteorológicos muy marcados durante el año 2023, con temperaturas elevadas durante el periodo estival e intensas lluvias que terminaron inundando diversos sectores de la región en la temporada invernal. Ambos episodios dejaron a personas damnificadas y serios daños en infraestructura.
Este año el panorama no ha tenido variaciones respecto a las temperaturas extremas, pues ha prevalecido el calor intenso en las últimas semanas de enero y principios de febrero. Los expertos sostienen que estos eventos son parte de las consecuencias del cambio climático y seguirán acentuándose y acelerando con el paso del tiempo.
El director del Departamento de Recursos Hídricos de la Facultad de Ingeniería Agrícola de la Universidad de Concepción (FiaUdeC) e investigador del Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM) , José Luis Arumí, comentó: “tuvimos un año complicado en el 2023, por un lado, tuvimos la ola de calor que generó las condiciones de viento puelche, altas temperaturas, alta velocidad de viento, baja humedad atmosférica y eso se generó la ocurrencia de condiciones para los incendios forestales. Los incendios del año pasado fueron muy parecidos a los del 2017 y a los del 2015. Entonces, la recurrencia o la ocurrencia de estos eventos se ha ido acelerando. Afortunadamente, este año estamos un poco mejor, pero por las condiciones climáticas que han sido más favorables”.
“La otra condición que nos impactó, que se asocia al cambio climático, es que nos golpearon dos ríos atmosféricos. Tuvimos un río atmosférico en que hubo mucha precipitación y llovió en zonas donde normalmente hay nieve. Entonces, eso es un anticipo de las condiciones climatológicas que vamos a tener. Entonces, claramente el año 2023 es un ejemplo de todo lo malo que puede ocurrir, aparte que ya veníamos con la sequía, desde antes”, agregó.
Para mitigar los efectos del cambio climático, el investigador aseguró que, en primer lugar, es sumamente importante la planificación territorial que evite la construcción de viviendas a orillas de los ríos, pues son áreas inundables. Se requiere construir infraestructura verde, ciudades más amigables, embalses “que son necesarios, aunque hay gente que no le guste” y empezar a generar una mayor resiliencia en la cuenca.
“Con nuestras condiciones de cuenca con clima mediterráneo, que los ríos se concentran en invierno y el agua falta en verano, necesitamos trabajar en sistemas de almacenamiento y ahí caemos en la recarga artificial de aguas subterráneas, el tema de los embalses, infraestructura verde. Por ejemplo, en el secano interior, si tuviéramos tranques pequeños que acumulen agua, nos daría más resistencia frente a los incendios. Entonces, tenemos que empezar a trabajar en la planificación territorial y generar condiciones de resiliencia en la cuenca”, expuso el investigador.
Valoró las actuales medidas implementadas para enfrentar el cambio climático y afirmó que “son las correctas”, como, por ejemplo, la aprobación del embalse Zapallar que va en apoyo a la agricultura. Arumí insistió en que hace falta una campaña a nivel regional para mejorar la resiliencia de la cuenca de Ñuble, y en esta estrategia el Gobierno Regional tiene un rol importante para el financiamiento de los proyectos.
“Tenemos que entrar a pensar en medidas de infraestructura verde, de humedales artificiales, embalses pequeños, que nos van a dar más resiliencia, pero alguien tiene que financiar eso. Entonces, ahí es donde nos falta sentarnos y trabajar el tema”, acotó.
El director de la FiaUdeC destacó que los productores de la región de Ñuble están preocupados por las consecuencias del cambio climático y están en un proceso de transformación, pasando de un tipo de agricultura a otro. También cuentan con el aporte investigativo de instituciones como el INIA o la UdeC.
“Los agricultores están bastante a la vanguardia y se preocupan del tema. Ñuble es una región en transformación, estamos en este minuto pasando de un tipo de agricultura a otro por efecto del cambio climático, y el agricultor está cambiándose al sur. Entonces, vamos viendo que se están produciendo transformaciones profundas en la agricultura en nuestro país, es cosa de tomar el auto, recorrer la ruta 5 y lo vamos viendo”, indicó.
Futuros impactos
Al momento de indagar sobre los futuros impactos del cambio climático en la Región de Ñuble, Raúl Cerda, académico de la Facultad de Agronomía UdeC y doctor en Ingeniería Agraria, comentó que es posible encontrar una serie de estudios, que bajo distintos modelos y supuestos tratan de estimar la cuantía que tendría el cambio climático, principalmente sobre las precipitaciones y la temperatura.
“Dependiendo de las variables utilizadas para medir los impactos y el período de tiempo utilizado para estimar los cambios, los resultados son distintos. Sin embargo, cualquiera sea la metodología utilizada, es posible apreciar algunos impactos para las regiones de Ñuble y Biobío que son comunes, tales como que habrá menos dotación de agua, ya sea por disminución de las precipitaciones o por ascenso en la isoterma cero. Las precipitaciones podrían alcanzar una disminución en el mediano plazo (2030- 2050) de alrededor del 20% y hacia finales del siglo de un 40%. Aumento en las temperaturas, siendo en el mediano plazo alrededor de 2°C y en el largo plazo entre 4 y 6°C (finales del siglo XXI)”, detalló.
Cerda recalcó que estos cambios tienen grandes implicancias, no solamente en el ámbito productivo rural, sino en las condiciones de vida de la población y en toda la actividad económica de ambas regiones. Ya el mediano plazo implica un horizonte de 20 años más, con una población nacional que se acercará a los 25 millones de habitantes, lo cual implica desafíos sociales, económicos y ambientales importantes.
“Ante esta realidad, parece aconsejable iniciar hoy los ajustes en la actividad agrícola para enfrentar dichos desafíos. Hay que tener presente que muchas de las decisiones en el ámbito rural, tienen sus frutos en 10 a 20 años, por tanto, no es posible pensar en ajustar los procesos productivos en el futuro”, añadió.
El académico advirtió que los aumentos de temperaturas actuales se pronosticaron hace mucho tiempo, pero lo que no se planteó en ese momento es que iban a ser más intensos. “Lamentablemente, las personas se acuerdan del cambio climático cuando están con 38°C, pero antes de eso, no se acuerdan y esto está ocurriendo hace rato”, dijo.
Aclaró que las medidas que se toman no van modificar el cambio climático en el mundo, pero sí se puede tratar de mitigar “a pesar de que somos los que producimos más gases de efecto invernadero”. Hizo hincapié en que lo que más se puede hacer es adaptarnos al clima y sus efectos actuales.
“Hay varias técnicas que se están tratando de aplicar, por ejemplo, buscar variedades que demanden menos recursos hídricos, también tratando de producir mayor cantidad con menos agua y ese tipo de cosas que van en esa línea. Todo el tema de agricultura de precisión, todas esas cosas se van sumando porque es una suma de cosas, y los agricultores, muchos de ellos, lo que han estado haciendo, aparte de ocupar esta tecnología, es tener que desplazarse y hemos visto que los cultivos se van desplazando. Ya no están solamente pensados antiguamente para producir cerezas, hoy día hay cerezas hasta Puerto Montt, entonces, todo se ha ido desplazando. Aquí mismo, está región de Ñuble, por ejemplo, está predestinada a incrementar su rumbo frutícola, mientras que en el rubro ganadero ha ido disminuyendo. Tienen que haber cambios en la estructura productiva, en el fondo, esa estructura se adapta a las nuevas condiciones climáticas que tú tienes”, explicó el profesor de la Facultad de Agronomía UdeC.