Hamlet, príncipe de la Inglaterrea dominada por Dinamarca, estaba con un pie descalzo, el otro con zapato y un libro en las manos, en las salas del palacio de Elsinor. Y cuando Polonio, el viejo y cínico chambelán le pregunta “¿Qué lee, príncipe”, su respuesta fue “palabras, palabras….palabras”.
Difícil encontrar mejor metáfora para la incomprensible realidad que se vive en Ñuble (y en el resto de Chile) respecto a nuestra actitud al coronavirus. Con Hamlet, Shakespeare, muestra cómo una misma sociedad puede actuar de manera tan disímil ante un mismo problema, cuando lo único que hay para enfrentar el conflicto son “discursos, discursos…discursos”.
A pesar de los 419 años de esta literaria crítica social del dramaturgo inglés, pareciéramos no haber aprendido mucho.
El mejor ejemplo lo encontramos en el contraste que hay en comunas como Cobquecura, la única en la región con cero contagios, en contraste con Bulnes, que con sus 172 casos se transforma en la de mayor tasa de Ñuble.
Ambas de la misma región, comparten las mismas autoridades, con realidades económicas y socioculturales similares y han escuchado los mismos discursos y consejos. Y los resultados son opuestos.
Tranquilidad y orgullo
Eran cerca de las 12.30 horas del viernes y Cobquecura parecía una ciudad despoblada. No más de una o dos personas transitando por las calles del centro.
La plaza no tenía más de tres ocupantes y las personas en las filas en los supermercados se contaban con los dedos de una mano.
Todos con mascarillas. Muchos con guantes. La distancia física era clara entre ellos.
“La verdad me tranquiliza mucho saber que somos la única comuna sin contagiados. Me siento orgulloso de la gente de mi comuna, porque hemos demostrado cultura cívica, respeto por el otro, respeto a las autoridades y la verdad, estamos todos más preocupados que nunca de esforzarnos para que esto siga así”, comenta, Alejandro Irribarra, trabajador de la comuna y uno de los pocos que estaba en la plaza cerca de las 13 horas.
La palabra “orgullo”, la volvimos a escuchar en voz de una trabajadora de aseo de la comuna costera, Alejandra Ruiz.
“Esto es gracias a todos nosotros, a nuestras autoridades, porque, por ejemplo, yo soy del sector de Buchupureo y en la calle no anda casi nadie, acá los toques de queda se cumplen, es muy raro ver personas después de las diez de la noche”, relata.
Agrega que “en los pocos negocios que abren, se mantienen las distancias, no dejan a entrar a más de una o dos personas por turno y en las calles se ve harta vigilancia de militares y Carabineros. La verdad, es un orgullo para mí ver que en Cobquecura nos hemos organizado tan bien y queremos que esto siga de esa manera, porque nos permite vivir con tranquilidad”.
Ambos vecinos, sin embargo, admiten que siente temor y rabia cuando advierten presencia de turistas en el sector. Especialmente a los surfistas que han ido generando una animadversión impensada para una comuna famosa por la práctica de ese deporte.
“Me molesta mucho verlos. A todos nosotros, la verdad, porque eso es una irresponsabilidad, y es por culpa de la gente irresponsable que está pasando esto en todo el mundo. Hoy, no los queremos acá”.
Cordón sanitario
A cada vecinos de la comuna costera que se le pregunte, manifiesta que ven como muy necesaria la medida del cordón sanitario al sector.
“Hoy la enfermedad está afuera, no acá. Si llega, es porque alguien de afuera la va a traer y eso es lo que no queremos. Con el cordón entra sólo lo necesario y el resto no”, apunta el vecino Alejandro Irribarra.
Y en esto coincide plenamente con su alcalde, Julio Fuentes.
“Apenas se declaró la pandemia en nuestro país, inmediatamente, empezamos a tomar medidas en la comuna. Se tomaron decisiones que significaron un golpe económico que no sabemos hasta qué punto nos impactará, muchos jóvenes de la comuna se tomaron los caminos y le cortaron el paso a las personas que venían de afuera y muchas otras acciones, que demuestran que ya asumismos los riesgos en pos de la salud de la gente”, plantea.
Y apoyándose en lo anteriores es que establece que “ahora más que nunca queremos que se decrete una cuarentena y se establezca un cordón sanitario. No estoy de acuerdo con lo que sugirió el ministro Mañalich, que quiere que todas las comunas pequeñas libres de contagio vuelvan a la normalidad, al contrario, deberían protegernos más, sobre todo si se entiende que casi un 30% de nuestra población es adulto mayor”.
Las claves del “invicto”
No hay comuna en Chile donde no se haya sido reiterativo con las medidas de autocuidado y con los llamados a la conciencia (cuya eficacia está, a lo menos, cuestionada).
El porcentaje de personas que salen a la calle sin sus máscaras ha sido reducido en todas partes.
Para el alcalde Fuentes, las claves de la realidad sanitaria de su comuna pasana por una rápida vacunación contra la influenza (un 98% en menos de un mes); la entrega de fármacos a domicilio para evitar visitas en los consultorio y el cierre de estacionamientos para evitar las visitas turísticas los fines de semana.
Para para el jefe comunal, “la más importante de todas, la fundamental, fue el habernos puesto de acuerdo con la gente de la Cámara de Comercio y con nuestros pescadores, tomando en conjunto la medida de no abrir, pese a las consecuencias dolorosas que esto nos trajo”.
Julio Fuentes, también acusó una presencia evidente de surfistas, “porque las olas en estas fechas son óptimas, pero no entienden que en esta ocasión no es bueno que vengan, dice”.
Por tal razón, el pasado jueves, ofició al general Cristian Vial, Jefe de Defensa de Ñuble, para que decretara la prohibición de la práctica de deportes náuticos en la comuna, “especialmente por la tranquilidad de nuestra gente. La gente está muy angustiada, hay mucho surfista y eso genera temor”.
“Como si no pasara nada”
A las 17 horas de ese mismo día, la diferencia con Bulnes era notable.
Hasta cinco personas se podían contar en una misma esquina, o cruzando las calles. Negocios con varias personas dentro, pololos paseando y lo más llamativo: niños jugando en las plazas y en las calles, o acompañando a sus madres a comprar en el centro.
Carla Melo, madre de dos niños, trabaja en transporte escolar. Cuenta que cuando ha visto filas para el banco (de hasta 80 metros) es fácil notar que “no todos respetan el tema de la distancia, muchos están demasiado cerca unos de otros”.
Es una de las pocas personas que se vio transitando con guantes, aparte de la mascarilla. “Acá las personas parecen no les gusta seguir reglas. Mientras más reglas les ponen, más rebelde actúan, aquí se ve gente fumando y sin mascarilla en la calle”.
Remata diciendo que “Bulnes debería tener una cuarentena obligatoria, aunque nos costaran los trabajos, hoy se ve necesario porque esto ya no pasa por las autoridades, es la gente la que se niega a hacer las cosas como corresponde”.
Ladia Parra, dice que “es triste que nuestra comuna sea una de las más afectadas. Pero acá hay gente que no cree que esto es cierto, creen que es un invento de la tele, y mientras no les pase a ellos, seguirán sin cumplir con las medidas de seguridad”.
Para ella, la cuarentena obligatoria en Bulnes, también asoma como necesaria y urgente, “porque no se puede seguir como si no pasara nada”.
“Hasta que te toca a ti”
Ha habido tres hitos sanitarios que golpearon a Bulnes. El primero, el caso de una bombera, que se habría contagiado en el gimnasio de calle Schleyer en Chillán (punto cero del brote en Ñuble) y que terminó con varios contagios más; el brote del plantel porcino de Santa Clara; y un brote que se registró en el hospital de esa comuna.
Una de las personas que se contagió ahí, fue la concejal Thelma Guzmán, quien trabaja como administrativa.
“Lo que pasa es que fue en marzo, estábamos ayudando en el control de acceso para el tema de la vacuna de la influenza, y ese día tuve contacto con mucha gente. El problema es que la gente se te acerca demasiado, no respeta la distancias y muchos te hablan cerca de la cara y nadie te advierte si está o no en cuarentena”, sustuvo con la evidente molestia de quien se contagia por querer ayudar a prevenir el Covid 19.
La fiebre, los dolores musculares, la dificultad para respirar se apoderaron de ella “y ahí como que repasas tu vida. El haber tenido una vida saludable, con actividad física y ser fuerte de mente, es lo que te salva”, admite.
Junto a ese malestar que no deja dormir. Que no deja estar de pie, ni estar acostado “también viene el miedo, porque no sabes en qué va a terminar tu contagio, y miedo a que se enfermen las personas que vivien contigo, en mi caso, mi marido y mis dos hijos”.
El que los síntomas aparezcan con fuerza, luego se reduzcan al mínimo, y al día siguiente vuelvan a resurgir agresivamente, es otro golpe a la moral y a la mente, dice.
“Luego quedas con miedo, eso es inevitable. No sólo a contagiarte de nuevo, sino porque tú también puedes ser el vector de contagio”, admite.
La concejal reconoce que “no es lo mismo cuando lo ves por la tele, cuando escuchas que alguien se enfermó. Yo ahora salgo a la calle con algo más de temor a estar cerca de la gente y desde luego que le llamo la atención a la gente que veo sin mascarillas o que no respeta la distancia social. Pero muchos no van a entender, ni van a respetar las medidas, hasta que les toque a ellos”.