Share This Article
Señor Director:
Ante la intensificación del debate sobre el uso y restricción/prohibición de celulares y otros dispositivos en establecimientos educa-
cionales, es crucial analizar los pro y contras de estas medidas. Diversos aportes científicos plantean los perjuicios para la salud de los
menores que genera el uso excesivo de pantallas, más aún ante la ausencia de control familiar ni escolar. Y tienen toda la razón.
Sin embargo, esas mismas niñas y niños son parte de una generación que deberá responder a requerimientos de una sociedad
cada vez más tecnologizada, que requiere un desarrollo de competencias digitales y pensamiento crítico. Entonces, una forma de
lidiar con ambas posturas, por un lado, el cuidado y salud de los menores y, por otro, su preparación mediante el desarrollo de ha-
bilidades tecnológicas para desempeñarse en un futuro próximo, recae en las estrategias que familias y escuela pueden gestionar
responsablemente. En ambos espacios -familia y aulas- el celular y otras tecnologías pueden posicionarse como herramientas
pedagógicas que contribuyan a la formación. Por ejemplo, los menores pueden aprender a utilizar de manera correcta información
valiosa vinculada a la formación de hábitos, actitudes de respeto y autocuidado; y escolarmente, como un repositorio de información
a procesar para aprender los desafíos que el currículum escolar impone.
Por tanto, lejos de la mera prohibición del uso de dichos dispositivos en las aulas propongo que desde los académicos compren-
damos el valor educativo que podemos aprovechar en ellos y crear instancias de aprendizaje donde los incorporemos.
Aldo Montenegro González
Académico U. Finis Terrae