El celular en los tiempos de Hermosilla
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El abogado Juan Pablo Hermosilla, en una extensa conferencia de prensa, lanzó una verdadera bomba racimo: pidió abrir el teléfono celular de su hermano Luis, a esa altura en prisión preventiva, para revisar todos los chat y se sepa quiénes le pedían favores al profesional. Insinuó que el celular de su hermano contiene información que puede desestabilizar al sistema político y judicial.
El celular de Lucho -como le decían sus amigos- se ha transformado en un objeto de deseo para el morbo periodístico y en una verdadera caja de pandora. Su hermano insinúa que contiene secretos de Estado.
Este artefacto al que llamamos celular y en otras partes se le denomina “móvil”, probablemente es uno de los inventos más notables del ser humano, desde la invención de la imprenta, y también el más perverso. Si alguien creyó que el celular es una especie de extensión de nuestra conciencia y de nuestra libertad de expresión, ha quedado en evidencia que no es así.
En efecto, las comunicaciones por el chat del celular carecen absolutamente de privacidad, los hechos así lo demuestran. Se calcula que en el mundo se han producido veinte y ocho millones de rupturas matrimoniales por el uso de los celulares y las redes sociales asociadas. Cualquier comunicación puede transformarse en una verdadera bola de nieve, al igual que en los negocios, en la política, en las decisiones empresariales, etc.
La joya de los celulares, perversa, pero joya al fin, es la mensajería de texto, lo que conocemos como chats a través de los wasap. Estos, según se ha demostrado es una formidable bodega digital donde se almacena, aunque de manera desordenada, muchísima información. Por eso es una presa tan apreciada por los fiscales cuando abordan una investigación como el caso de Luis Hermosilla.
Cuando el celular y la mensajería de texto es examinada por un tercero y se hace pública, es como caminar desnudo en la plaza de armas.
Pavel Durov , ruso, creador de la mensajería de texto Telegram, que teóricamente ofrece mayores garantías de secretismo y reserva a lo que se escribe, acaba de ser detenido en Francia por la utilización de su red por parte del crimen organizado. Sin ir más lejos, en nuestras cárceles se suelen de requisar de tiempo en tiempo miles de celulares utilizados por los presos no solo para comunicarse con sus familias, que podría parecer loable, sino que para planificar y cometer crímenes muy graves.
La pregunta es qué hacer con el celular en tiempos de Hermosilla, pues este artefacto ya empieza a interferir en nuestras vidas, relaciones sociales, laborales, sentimentales, comerciales, etc.
Hay quienes empiezan a añorar aquellos tiempos en que en la cuadra había un solo teléfono, y ese vecino propietario de la línea, de manera solidaria, facilitaba su teléfono a toda la cuadra.
No se trata de eso, por mucho que generara relaciones solidarias de gran calidad.
Las nuevas tecnologías resultan fascinantes en muchos aspectos, controlar sus externalidades negativas depende una vez más de una vieja compañera, la educación, que empieza en la casa y termina en la sociedad. Los celulares, en tiempos de Hermosilla, nos deben dejar a unos y otros más de alguna enseñanza.