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El botín decisivo: los sufragios de primera vuelta que pueden inclinar el balotaje en Ñuble

La segunda vuelta presidencial en la Región de Ñuble no se juega únicamente entre José Antonio Kast y Jeannette Jara, sino también en el comportamiento de los votantes que en la primera ronda optaron por otras alternativas.

La elección dejó una región claramente segmentada, con liderazgos territoriales nítidos, pero también con un volumen relevante de sufragios en disputa que puede amplificar o acortar las distancias proyectadas.

Kast llegó primero en la región con un 31,6%, apoyado en una votación sólida y homogénea en comunas rurales de Itata y Punilla, donde superó con holgura el 30%. Jara, en tanto, alcanzó un 19%, concentrando su mejor rendimiento en los centros urbanos de Diguillín, especialmente en Chillán, donde obtuvo su mayor respaldo comunal. Esa fotografía inicial muestra una derecha dominante en extensión territorial y una candidata oficialista con enclaves urbanos claros, pero con dificultades para penetrar el mundo rural.

Voto disperso

El elemento clave es la dispersión del voto. Franco Parisi logró un 22,1% regional, quedando segundo y convirtiéndose en el actor ausente del balotaje con mayor incidencia potencial. Su votación fue transversal, competitiva tanto en comunas urbanas como rurales, y especialmente alta en territorios donde las diferencias entre bloques no fueron abismantes.

Ese electorado, más volátil y menos ideologizado, aparece como el principal campo de disputa para ambos comandos.

Para Jara, el desafío es mayor. Necesita capturar una fracción significativa del voto de Parisi para compensar la ventaja territorial de Kast. Su estrategia pasa por conectar con un electorado crítico del sistema, con foco en temas económicos, empleo y costo de la vida, sin perder coherencia con su identidad política. Comunas como Yungay y Chillán Viejo, donde la suma de votos de centroizquierda y voto “antiestablishment” deja márgenes estrechos, serán espacios de observación clave.

Kast, en cambio, enfrenta un dilema distinto: consolidar un electorado que ya es mayoritario en muchas comunas, pero que proviene de sensibilidades diversas. El voto de Johannes Kaiser, que superó a Evelyn Matthei en casi toda la región, representa el segmento más duro de la derecha, mientras que el respaldo de la exministra concentra un perfil más moderado. Retener ambos sin tensiones ni desmovilización será central para sostener la ventaja inicial.

Diferencias entre provincias

El análisis por provincias refuerza esta lectura. En Diguillín, pese a ser el bastión de Jara, el bloque de derecha supera con holgura el 45% al sumar a Kast, Matthei y Kaiser. En Itata y Punilla, la brecha es aún mayor, con Kast sobre el 30% y una candidata oficialista que no logra despegar. Allí, más que revertir el resultado, el objetivo de Jara es reducir diferencias y evitar que la abstención o el voto nulo y blanco jueguen en su contra.

La presencia de votantes “blandos” -aquellos que no muestran alineamientos firmes- introduce un factor adicional. En comunas con resultados más ajustados, pequeñas variaciones en participación o en traspaso de votos pueden tener efectos amplificados.

La campaña de los últimos días, el tono del mensaje y la capacidad de movilización territorial serán tan relevantes como las adhesiones formales.

Ñuble llega así a una segunda vuelta en que el resultado parece condicionado menos por la persuasión clásica y más por la administración de los caudales heredados de la primera vuelta.

En una región donde el peso rural sigue siendo decisivo, entender desde dónde provienen los votos -y cuáles efectivamente se trasladan- será la clave para anticipar el desenlace de este domingo.

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