Si bien las cifras agregadas de empleo correspondientes al primer trimestre de 2022 muestran una recuperación de la ocupación en la región respecto a igual periodo del año pasado, el análisis por segmentos permite identificar un rezago en aquellos con menor educación.
Según el Observatorio Laboral Sence en Ñuble (OLÑ), se observa un aumento de la tasa de ocupación en la mayoría de los niveles educacionales, excepto en los grupos con enseñanza básica incompleta y media completa, entre marzo de 2021 y marzo de 2022. En el grupo de los profesionales, la tasa de ocupación se incrementó desde 68,0% a 68,3%, y en aquellos con enseñanza superior técnica completa creció de 72,7% a 77,2%. Quienes tienen educación superior incompleta aumentaron su ocupación desde 27,6% a 39,9%. En contraposición, aquellos con enseñanza media completa disminuyeron su ocupación desde 59,2% a 58,4%, así como también aquellos con enseñanza básica incompleta, donde descendió desde 33,5% a 30,6%.
También queda en evidencia que el segmento de los profesionales, el grupo de aquellos con enseñanza superior técnica completa y con enseñanza superior incompleta, ya recuperaron los niveles del primer trimestre de 2020; mientras que, por otro lado, los grupos con enseñanza media completa, básica completa o media incompleta y básica incompleta todavía no lo hacen.
En síntesis, se advierte desde distintos puntos de análisis que hay una parte importante de nuestra población que si bien cuenta con conocimientos elementales en algunas actividades económicas, en la práctica estos ya no son suficientes y está comenzando a tener problemas para desarrollarse en una sociedad cada vez más global y tecnologizada.
De hecho, Ñuble evidencia con mucha claridad procesos de incorporación de tecnologías que exigen competencias específicas y, por otro lado, el reemplazo de puestos de trabajo más elementales mediante la mecanización y automatización de algunas tareas, algo que se ha hecho más evidente en la agricultura, también como respuesta a la escasez de mano de obra.
Bien lo dijo el economista Joseph Ramos: “Si queremos generar ganancias de productividad y mejores condiciones laborales para nuestros ciudadanos, es necesario que afinemos nuestro diagnóstico, y en base a ello desarrollar una estrategia de corto y largo plazo que fortalezca las competencias y habilidades de chilenos y chilenas en las distintas etapas de su formación: escolar, superior y en el trabajo”. Es tarea de todos, entonces, formar mejores trabajadores en estos tiempos que no solo traen nuevos desafíos, sino que también nuevos espacios de oportunidad con metodologías y sistemas apoyados por tecnologías que permiten hacerse cargo en forma masiva y personalizada a la vez de este desafío.
Si verdaderamente aspiramos a una región que entregue igualdad de oportunidades y aumente la productividad para ser más competitiva, pocos proyectos tienen tan alta rentabilidad social como poner foco en diagnosticar y nivelar las competencias básicas de los adultos.