Educación financiera
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El aumento del endeudamiento en Ñuble se refleja particularmente en los sectores de menores ingresos, quienes han aumentado sus niveles de consumo gracias a la proliferación de las tarjetas de crédito y a la progresiva bancarización, de la mano de instituciones financieras que tienen en estos segmentos su grupo objetivo.
Un ejemplo de este fenómeno lo constituyen las familias que pagan la cuenta del supermercado con tarjeta de crédito, lo que supone endeudarse para satisfacer las necesidades básicas de alimentación. Esto, según los economistas, significa que aquellas familias están quebradas. Es por lo anterior que estas familias, de segmentos bajos, son sujetos de crédito de alto riesgo desde el punto de vista bancario, lo que significa que ellas tienen que pagar las tasas de interés más altas del mercado por créditos de consumo. Lamentablemente, no tienen opción y viven la paradoja permanente de que pese a tener menores ingresos, son quienes pagan más caro por el dinero.
Pese a que en algunos aspectos se podría decir que se trata de consumidores informados, pues saben cotizar y aprovechar las ofertas, en el ámbito financiero su conocimiento es prácticamente nulo, y no se observa mayor interés por aprender.
Curiosamente, esa escasez de información y educación financiera también se observa en estudiantes universitarios, donde cerca del 70% de los jóvenes en Chillán presenta preocupantes niveles de endeudamiento y morosidad, lo que se explica por una mala utilización de sus tarjetas de crédito.
La falta de educación financiera es también un factor que facilitar los cobros abusivos y modificaciones de contrato unilaterales. De hecho, ha sido precisamente esta ignorancia de los consumidores la que han sabido aprovechar algunas entidades financieras y del retail. La educación en este ámbito, entonces, resulta clave si se quiere superar estos problemas, y es al Estado a quien corresponde la misión de entregar esta educación, desde los primeros años de enseñanza.
Lamentablemente, los esfuerzos nacidos en el ámbito público no han surtido efecto, y sin embargo, de manera paralela, el Estado ha llevado a cabo una política de inclusión financiera, que no es más que la bancarización de los sectores vulnerables, fomentando el acceso de estos segmentos a tarjetas de débito, con el objetivo de hacer más expedito y eficiente el proceso de pago de subsidios.
Dado que es en los segmentos de menores ingresos donde se observa menor educación financiera, urge entonces acompañar el desarrollo de estas políticas de bancarización con una adecuada educación; de lo contrario, lo único que se logrará será incrementar el sobreendeudamiento de manera irresponsable.