Señor Director:
El Informe Regional de Monitoreo ODS4 es claro: no alcanzaremos las metas educativas previstas en la Agenda 2030 en Latinoamérica y el Caribe si no se modifica el rumbo de las políticas y de la asignación de recursos para la educación, así como el cambio de prácticas en los diversos espacios formativos, de forma de poder garantizar una formación inclusiva y equitativa de calidad permanente para todos. Los efectos de la pandemia y la situación económica han contribuido a la desaceleración y el estancamiento en algunas áreas, y han ampliado ciertas brechas, específicamente en educación superior. Es innegable la expansión de la matricula en educación terciaria en los últimos veinte años, la que ha logrado incorporar a 17 millones de estudiantes, sin embargo, esto se concentra principalmente en sectores urbanos de ingresos medios y altos, aumentando la brecha con los sectores rurales y de bajos ingresos. Las diferencias de acceso entre hombres y mujeres se han acrecentado: si en el año 2000 la tasa bruta de matrícula en educación superior para ambos grupos se situaba entre el 21% y 25% respectivamente, para 2020 la diferencia se amplió, con un 61,7% para las mujeres y un 46,8% para los hombres. Es cierto que no somos la única región atravesando este problema, exacerbado por la pandemia. Es parte de una crisis mundial en materia de igualdad, inclusión y pertinencia, pero como señala el informe, estamos a tiempo de impulsar cambios, desde los gobiernos, así como de la sociedad civil, que nos permitan la transformación de aquellos factores estructurales, sistémicos y prácticos que contribuyen a incrementar la deuda educativa que arrastra la región.
Dr. Rodrigo Fuentealba
Decano de la Facultad de Educación de la UA