La palabra reinventarse se ha vuelto un lugar común desde que se inició la pandemia del Covid-19, debido a que su llegada nos tomó por sorpresa, sin estar preparados. En efecto, las situaciones de crisis llegan sin pedir permiso, generando consecuencias de alto impacto en todos los entornos. En ese sentido, lo que tenemos que aprender hoy es a manejar la incertidumbre y analizar cómo actuar en un mundo que ha estado cambiando. Por eso más allá de reinventarse, lo razonable es actuar en momentos de crisis.
Una crisis, del tipo que sea, es un punto de inflexión. Por eso, nos hundimos o nos elevamos, nos bloqueamos o nos superamos. El mundo nos ha estado mostrando gradualmente el camino, las reglas han cambiado. Es un mundo donde el ser humano importa, la naturaleza importa, y nuestro futuro depende de lo que hagamos hoy. Así que conviene no pensar en reinventarse como un cambio, piénselo como un “actuar” y adaptarse a lo que viene.
En Europa no solo ya aprendieron a lidiar con el problema del virus, sino que ahora la normalidad es una realidad fruto de protocolos asimilados por la gente, mientras que en Chile y el resto de América hay una percepción de incredulidad y de peligrosa “temporalidad”, es decir creer que el coronavirus es una moda pasajera originada en Asia, puesta de moda en Europa y debilitada o casi muerta en nuestra región.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo la semana pasada que la pandemia se está acelerando con más de 150.000 casos diarios, la mitad de ellos en América Latina.
Esta sentencia de la OMS debería preocuparnos mucho, pues en Chile se adoptó la política del aislamiento casi al mismo tiempo que en Europa, es decir serán más largas las cuarentenas y restricciones con el gran problema económico y social que de ello se desprende, dado que el país necesita recuperar cuanto antes su actividad económica para no retroceder en las políticas que han logrado reducir la pobreza.
Y si bien medidas como la entrega de canastas o el ingreso familiar de emergencia van por el camino correcto, es clave entender que esto constituye solo una ayuda, y que de ninguna manera puede reemplazar los beneficios que genera el empleo en los hogares, razón por la cual urge rescatar a aquellas pequeñas y medianas empresas que hoy no ven la luz al final de la crisis, y de cuya supervivencia dependen cientos de miles de trabajadores.
Los pronósticos apuntan a un empeoramiento del escenario económico en los próximos meses, no sólo a nivel de demanda interna, sino que también en materia de comercio exterior, lo que seguirá impactando en los segmentos más vulnerables.
Ya no es momento para que el Gobierno se siga guardando sus últimos cartuchos. Es hora de implementar medidas más audaces que permitan, por un lado, enfrentar la urgencia de las familias, y por otro, reactivar el empleo, pues de ello dependerá la envergadura de la crisis social que podría observarse una vez superada la pandemia.