Share This Article
En Ñuble, tenemos más emisiones deCO2 de las que podemos absorber, pese a que no tenemos grandes concentraciones de población, ni empresas que trabajen en base a la combustión de combustibles fósiles. Las razones tienen que ver con a una gran actividad agropecuaria que genera gases como el metano, el óxido nitroso e hidrofluorcarbonos, por nombrar algunos de los que más influyen en el efecto invernadero del planeta.
La evidencia científica nos obliga a replantear los lineamientos estratégicos de nuestro desarrollo, sobre todo en el sector agroalimentario, donde urge equilibrar la producción con la conservación de los recursos naturales, utilizando el suelo, el agua y la biodiversidad de manera eficiente y responsable para evitar su agotamiento o degradación.
Es el momento que los agentes productivos locales reflexionen acerca de cómo debería ser un sistema alimentario competitivo y sostenible, qué acciones podrían emprenderse para mejorar nuestras modalidades actuales de generación y uso de alimentos, y cómo aprovechar mejor los recursos productivos. Un desafío que no solo tiene por delante la agricultura empresarial y exportadora, sino que los 35 mil agricultores que hay en nuestra Región, siendo la mayoría de ellos pequeños propietarios.
Para ellos, el Ministerio de Agricultura puso en marcha el Programa “Promoción y Fortalecimiento de la Producción Sustentable de Cultivos Tradicionales”, una experiencia piloto que en su primer año atendió a 1.605 productores y productoras entre Valparaíso y La Araucanía que recibieron asesoría predial especializada, y que habrá que evaluar rigurosamente para implementarlo deforma masiva, o corregirlo.
Ñuble podría insertarse exitosamente en los mercados nacional e internacional, si su producción de alimentos adscribiera a procesos de bajo impacto ambiental en todos los eslabones de la cadena, desde el uso del suelo y el agua, hasta el envasado y transporte.
Está demostrado que esta secuencia virtuosa no solo permite la conservación ambiental de los ecosistemas y sus recursos, sino que potencialmente puede mejorar la rentabilidad de la actividad agrícola, pues se busca optimizar el uso de insumos como el agua, los fertilizantes y los pesticidas, minimizando los desperdicios y maximizando los rendimientos por unidad de recurso utilizado mientras se promueven prácticas capaces de preservar y mejorar la fertilidad y estructura del suelo, evitando su erosión y la degradación.
Hay amplia evidencia de que la adopción inicial de prácticas de agricultura sostenible puede tener costos adicionales en comparación con la agricultura convencional. Sin embargo, eso cambia al evaluar los beneficios a largo plazo y los ahorros que pueden generar.
No hay duda que Ñuble seguirá asociada a su larga tradición agrícola que le ha permitido generar riqueza y una identidad cultural que la diferencia con claridad, y a la que ahora debe sumarse la sustentabilidad como factor estratégico de primer orden. No hacerlo es darle la espalda al futuro de la Región.