Señor Director:
El anuncio del cambio del reconocimiento a los puntajes nacionales por una “distinción a las trayectorias educativas” de los estudiantes que rendirán la PAES ha generado controversia. La medida fue presentada por la Subsecretaría de Educación Superior como una forma de “distinguir los logros académicos que obtienen las personas en sus contextos”.
Las reacciones han sido dispares. Por una parte, la medida ha sido felicitada por los que ven en esta alternativa una instancia de justicia, de visibilización de esfuerzos y méritos que traspasan ciertas condiciones de origen. En contraste, también se interpretó como un ejercicio metodológico influenciado ideológicamente para forzar los datos de un fenómeno natural, instalando una igualdad artificial y como una trivialización del mérito al igualar el esfuerzo con variables como sexo o lugar de origen.
Creemos que la controversia en torno al reconocimiento es más bien estéril. En términos concretos, la distinción no tiene una función más allá de lo simbólico: no tiene implicancias reales en términos de beneficios de financiamiento, prioridad en procesos de selección, etc.
Lo que proponemos es avanzar en aspectos de fondo en la discusión educacional y que tienen que ver con el incentivo para establecer relaciones significativas entre educadores y estudiantes. Creemos que un currículo que se enfoca en el trabajo con conocimiento académico, y que recoge e interpela la experiencia vivida de cada uno, tiene un mayor potencial para proveer espacios para la concreción de una educación integral y transformadora.
Rodrigo Fuentealba Jara
Decano Facultad de Educación UA