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Disputa por las aguas de las Termas

Señor Director:

La carta de don Mario Rozas, disputa por las aguas de las Termas, necesita precisiones. Defender los derechos de las aguas que legítimamente le corresponde a los regantes del Río Diguillín es responsabilidad y deber de la Junta de Vigilancia del Río Diguillín -como de cualquier otro río – hacerlo, no hacerlo, es faltar gravemente a su obligación.

La defensa de los derecho amparados en la legalidad que los protege no se debe temer que sea una victoria “pírrica”, lo otro, es someterse a la voluntad de la calle, la presión; lo que hemos visto en estos últimos tiempos donde se han vulnerados los derechos de las personas y la propiedad, buen ejemplo sea lo que ocurre en la Araucanía. El altruismo y los derechos de propiedad corren por carriles distintos, primero asentar los derechos legales, y luego, se verá hasta dónde puede llegar la generosidad, sin perjudicar lo que legítimamente les corresponde y sus producciones, muchas de ellas de exportación.

Instalar en la opinión pública, el concepto de mezquindad, es temerario, es inculcar odiosidad hacia los agricultores. Mala experiencia se tuvo en el pasado, lo que llevó a tomas de campos y la expropiación de tierras y aguas, superficie sobre las 10 millones de hectáreas en Chile, y 488.000 en Ñuble.

La mezquindad nunca ha estado en el espíritu de los agricultores, por el contrario, y lo han demostrado con creces, pero muchas de las veces ha habido incomprensión. Por eso, no es sano poner ante la opinión pública conceptos que llevan a la confusión o malas interpretaciones.

Alfredo Schmidt Vivanco Ingeniero Agrónomo

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