No reciben sueldo, trabajan 24/7 y buscan ser el motor de desarrollo de sus comunidades. Son el nexo entre sus vecinos y las autoridades, canalizan sus demandas, articulan gestiones y agotan los medios en busca de resultados. Se trata de los dirigentes sociales, cuyo rol es reconocido cada 7 de agosto por ser servidores públicos anónimos que han levantado diversas banderas para mejorar la calidad de vida de quienes representan.
“No me interesa la fama, solo que la comunidad salga adelante”
Prosperina Martínez es una vecina conocida entre los vecinos de Confluencia por las luchas que ha librado desde dos frentes. Como dirigente alcanzó notoriedad como tesorera de la Junta de Vecinos del sector, cuando junto a otros habitantes impidieron la demolición del puente de madera, logrando que en 2016 fuera declarado Monumento Histórico. Luego su papel fue preponderante en el campamento Línea Férrea, cuando tomó la posta de su antecesora para concretar el anhelo de la casa propia de 33 familias que vivieron por 50 años en un terreno tomado.
“La Charito”, como es conocida en su barrio, no le gusta presumir con colores propios en el trabajo comunitario, con frecuencia hace referencia a la gestión en equipo cuando resume los logros obtenidos. Sin embargo, su nombre se escucha con frecuencia detrás de estas causas sociales.
Cuenta que su principal motivación es lograr mejoras para su sector, más allá de la fama o realización personal que pueden dejar este cargo. Aunque reconoce que la tarea es compleja, porque a veces los dirigentes deben resistir a la incomprensión de sus pares o a la burocracia del sistema.
“Es complicado ser dirigente. Tuve que representar a 33 familias. Es un peso gigante el tema de la vivienda, uno tiene que jugársela el todo por el todo. Es complicado porque a veces la gente no entiende que, al llegar a una oficina, no te dan una solución inmediata. Hay que trabajar y estar todos los días gestionando o presionando. Es un desgaste y genera mucha frustración cuando no tienes respuestas para entregar a los vecinos”, reconoce.
Al explicar sus inicios como dirigente se remonta al año 2015 como tesorera de la Junta de Vecinos de Confluencia. “Surgió con el puente, porque sentí que nuestros derechos estaban siendo pasado a llevar cuando intentaron destruirlo. Nos reunimos siete mujeres y empezamos a luchar porque el puente es parte de nuestra historia, además ahí en el 73 un vecino fue ejecutado, Orlando Riffro, entonces, era parte de nosotros y lo quisimos defender y en un año logramos defender su existencia para que lo declararan monumento. Juntamos firmas, recopilamos documentación y tuvimos muchas reuniones”, recuerda.
La presidenta del comité “campamento Línea Férrea” nació y creció en ese lugar que se constituyó en la década del 70 y que recién en los 80 contó con luz y agua. Su padre vivía del material pétreo que reunía para vender, mientras que otros habitantes eran maestros. En la actualidad vive con su madre con quien accedió a la solución habitacional. Tras años de golpear puertas y lidiar con prejuicios, lograron que 33 familias consiguieran sus viviendas, las que se encuentran en distintas etapas.
“Había funcionarios públicos en ese tiempo que no entendían que los campamentos se forman por necesidad, no por gusto. Algunos decían para qué se toman terrenos que no son suyos. Y nosotros lo hicimos por necesidad, porque no teníamos donde vivir y esos terrenos estaban desocupados. Creo que nadie quiere vivir en campamento. Eso fue mi motor de luchar, porque vivir en campamento es complicado, somos más discriminados, somos más usados. Los campamentos existimos para las campañas políticas. Ahí todos se acuerdan que existimos. Los políticos llegaban a ofrecer cosas y luego desaparecen”, manifiesta.
Si bien reconoce que la “señora Eliana”, quien falleció de cáncer, fue una activa dirigente en la batalla por los subsidios, “Charo” continuo su labor presionado para que llevara a cabo la compra del terreno para la edificación de las casas y la posterior ejecución de las obras.
“La señora Eliana consiguió que tuviésemos nuestros subsidios, que se buscara una empresa para desarrollar el proyecto. Yo logré que se terminará este proyecto, que tengamos nuestras casitas. Logré presionar que se destinarán las platas que faltaban para la compra del terreno y apurar a la empresa para que se hicieran los trabajos lo más rápido posible”, reconoce.
“Charo” cree que podrían mejorar las condiciones de los dirigentes, ya sea con apoyo para el transporte y mayor capacitación.
“ Los pasajes se deberían apoyar, no en todo, pero si cuando hay reuniones y actividades. Hace falta más capacitación a los dirigentes, porque de repente uno empieza de cero, cómo llegar a las oficinas o enfrentar el trabajo que uno hace”, dice.
Si bien para algunos dirigentes su rol puede ser un trampolín para iniciar una carrera política, Prosperina admite que la política no es lo suyo.
“Cuando un dirigente piensa en política pierde el foco en otros intereses, porque todos los políticos piensan en su partido ante la necesidad de la gente. Y si nosotros pensamos en políticos nos desviamos del objetivo de ayudar a la gente. Además, uno debe ser transversal para atender a todos los vecinos independiente de sus colores políticos”, enfatiza.
“La prioridad es la mejor calidad de vida. No vas por el agradecimiento o el aplauso”
Blanca Acuña es profesora de enseñanza media retirada y ejerce un activo rol tanto en la Asociación de Colegio Particulares Subvencionados de Chillán como en el Comité de Adelanto y Desarrollo rural “La Víctoria”, ubicado en camino a Las Mariposas.
Desde la década del 90 ha mantenido un trabajo orientado a promover las actividades extraescolares de 19 establecimientos con el propósito de potenciar talentos y habilidades de los estudiantes. Paralelamente ejerce un trabajo comunitario en beneficio de su sector, donde adquirió un terreno hace 15 años para construir una segunda vivienda.
Desde hace un par de años ha logrado apoyar el progreso a su sector, trabajando en conjunto con vecinos enfocados en llevar servicios básicos y mayor seguridad hacia “La Victoria”. Primero incursionó como secretaria del comité del Agua Potable Rural y luego como presidenta del comité de Adelanto y Desarrollo.
“Cuando llegué al sector habían muchas cosas en carpeta que no tenían movilidad, entonces, primero empezamos a vernos en la junta de vecinos, pero no prosperó y después incursioné en el comité de agua potable rural, que lidera Pedro Zañartu, y empezamos a trabajar. Ya tenemos, en este minuto, la etapa de licitación para que las empresas postulen y empezar hacer el trazado para colocar el agua potable en las casas, porque tenemos pozo”, valora.
A través de diversas medidas, ha logrado evitar la presencia de microbasurales como también aumentar la sensación de seguridad en su comunidad.
“Lo primero que logramos fue lograr que el camión recolector de residuos domiciliarios pudiera extender su recorrido. Hicimos una planificación de caminos y pasajes en el área rural. Ahí nació un croquis, como ya teníamos pasajes y camino, hicimos una consulta a los vecinos que nos dijeran nombres de cómo les gustaría que se llamaran sus pasajes. Lo llevamos al Depto. de Tránsito y nos colocaron la señalética con los nombres de los pasajes”, detalla.
“Paralelo a eso colocamos contenedores de basura en pasajes y camino. Conseguimos también canastillos para las botellas plásticas y una vez que logramos eso, el municipio nos regaló una gigantografía de 3×3 con el plano rural. La necesidad era porque vecinos vivían en distintos lados, tenemos muchos adultos mayores en el sector y de repente llegaba la ambulancia a prestar un servicio, daban vueltas y se perdía”, añade.
Como raya para la suma, la experiencia para Blanca ha sido una labor muy bonita, “porque puedes interactuar, motivar a mucha gente. Pero siento que debes tener un ángel especial. Debes tener respeto, empatía, espíritu de servicio, tolerancia y energía positiva para lograr objetivos para todos”. Aunque reconoce que el cuestionamiento público sin sustento suele ser el gran dolor de cabeza de los dirigentes.
“Al final uno es como una asistente social sin fines de lucro”
Para Maricel Andrea Palma la labor del dirigente es 24/7, ya que en cualquier momento puede ser requerida para gestionar la solución a un problema en el barrio. Ella es presidenta de la Junta de Vecinos de la Villa Padre Hurtado III en Chillán Viejo, en su tercer periodo al mando.
Su trabajo en el área administrativa de su negocio familiar, le ha permitido compatibilizar su labor comunitaria para representar a 240 familias y empujar junto a su directiva el progreso a su sector.
Su vocación por el servicio la heredó de su abuelo, quien fue pastor de una iglesia evangélica y ejercía la acción social. Ese ejemplo, la llevó a asumir el liderazgo que hoy ostenta en beneficio de sus vecinos. “Prácticamente es al 100%, no hay horario que uno deje de ser dirigente, porque de repente los vecinos tienen problemas, por ejemplo, en la noche fallece alguien y uno tiene que estar atento a eso. Si alguien debe hacer un trámite, uno tiene que ayudar con algún papel. Yo no lo encuentro sacrificado, porque a uno le gusta, además con un buen equipo que te ayude, uno puede hacerlo. También es importante el apoyo incondicional de la familia”, sostiene.
Entre las gestiones que ha logrado impulsar en conjunto con la directiva y las autoridades, destaca la instalación de una sede vecinal, subsidios para aislamiento térmico y un sistema de vigilancia en seis puntos estratégicos, entre otras acciones.
“Nos ganamos un proyecto de una plaza recreativa, que ya está listo, es del Gobierno Regional, pero falta que se lo adjudique la empresa. Los montos ya están aprobados. Va estar ubicada al costado de la sede y nació por una necesidad de los niños, ya que tenía que ir a otros sectores. (…)Estamos trabajando y conformando los grupos para instalar paneles solares, les he dado a conocer a los vecinos ese programa para que sirve y los beneficios económicos que tiene. Los grupos ya se están organizando para juntar los papeles y poderlos presentar”, añade.
A pesar de las diferentes estrategias que se impulsan para aumentar la participación como la puerta a puerta, Maricel comenta que las principales dificultades que enfrentan los dirigentes en ocasiones es el bajo interés de los vecinos por asistir a las asambleas y ser parte de la toma decisiones.
“Necesitamos que asistan las personas, porque así se ven los temas en conjunto. No sacó nada con postular a proyecto solo con la directiva, si el resto cree que no hay necesidad. Hay gente que no puede por los horarios, pero nosotros hemos tenido estrategias. La falta de compromiso desmotiva un poco, porque uno quisiera llegar a todos para ver los distintos problemas, que uno puede desconocer”, dice.