Dinamismo frutícola
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Según reveló el Catastro Frutícola 2019, cuyos resultados se entregaron el martes, la superficie de frutales en la Región de Ñuble registró un incremento de 31,4% en los últimos tres años, desde las 10.792 hectáreas en 2016 a 14.184 hectáreas en 2019.
Esta variación, que repite la expansión de 30% entre 2012 y 2016, viene a confirmar el gran dinamismo que exhibe el sector frutícola en la región, como parte de un proceso de desplazamiento de algunos cultivos hacia mayores latitudes, consecuencia del cambio climático, y que se ha reflejado en un acelerado proceso de reconversión a la fruticultura desde Maule al sur.
En el caso de Ñuble ha sido clave también la disponibilidad de terrenos a precios más bajos que en la zona central, un estrés hídrico moderado, un clima favorable y una cultura agrícola madura. De hecho, desde Fedefruta han planteado que Ñuble podría alcanzar las 150 mil hectáreas de frutales si se concretan los proyectos de embalses y convertirse así en el principal polo hortofrutícola del país.
Estas millonarias inversiones (plantar una hectárea cuesta entre 20 y 40 mil dólares) que pasan inadvertidas para el grueso de la población, son actualmente el principal motor de la economía local, y su impacto es percibido no solo entre los que se desempeñan en la fruticultura, sino que por todos los actores en la cadena de valor, como el transporte, la logística, el procesamiento, los servicios navieros, los viveros, los insumos, e incluso la banca, inyectando recursos a todo el territorio.
A nivel nacional, la fruticultura representa el 3% del PIB, y si se considera toda la cadena de valor de la fruticultura, corresponde a un 13% del PIB, ya que el encadenamiento productivo aporta un 80% del valor. Asimismo, genera 750 mil empleos y es un potente mitigador de la migración campo-ciudad.
No obstante lo anterior, no deja de sorprender este fuerte dinamismo en un país donde las expectativas económicas siguen cayendo y las proyecciones de crecimiento para este año no superan el 3%.
En ese contexto, un factor importante ha sido el énfasis que ha puesto la autoridad en potenciar la reconversión, por los beneficios ya mencionados, con un trabajo serio y sostenido en la apertura de nuevos mercados para la exportación, en mejorar el acceso al financiamiento, en apoyar a los pequeños productores para que incorporen cultivos de mayor valor y en subsidiar obras de riego, entre otras acciones.
Al observar este dinamismo se podría pensar que el panorama irá mejorando en la medida que se logre aprovechar el potencial del territorio, sin embargo, el rubro no está ajeno a la incertidumbre que representan factores externos e internos, como la guerra comercial entre EE.UU. y China, la ideologizada discusión de la reforma al Código de Aguas -y el torpe manejo por parte del Gobierno-, la suerte del proyecto de modernización tributaria y la paralización del embalse La Punilla.
Esta positiva noticia no solo debiera mejorar el ánimo de los emprendedores agrícolas de la región, sino que también motivar a seguir invirtiendo, pero para ello es fundamental que las autoridades aborden los obstáculos que hoy constituyen un freno a este dinamismo, de manera que Ñuble pueda aprovechar todo su potencial.