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Fue un sábado 5 de febrero de 1870 cuando el abogado y prestigioso hombre de Chillán, Juan Ignacio Montenegro, fundó el diario LA DISCUSIÓN, el cual se erige hoy como el segundo más antiguo de Chile.
Hombre de reconocido espíritu público, Montenegro combinaba su afición por las letras con su desempeño como gerente del Banco Montenegro y Cía. que se levantaba frente a la Plaza de Armas de Chillán, en el mismo lugar que después ocuparía el Cuerpo de Bomberos, y que más tarde pasaría a propiedad del Banco del Estado.
LA DISCUSIÓN comenzó siendo un periódico semanal, pero dos años más tarde y hasta el año 1878 se publicó tres veces a la semana. Se imprimía en La Imprenta Nueva, ubicada en una de las esquinas de calle Libertad con Carrera. Desde 1878 se convirtió en diario, hasta la época presente.
Después de Ignacio Montenegro, pasó a ser propiedad de Diego Bórquez y José del Carmen Vargas, vecinos acaudalados de ese entonces, y a quienes les seducía “sacar de paciencia” a algunos adversarios.
Pero no fue sino hasta cuando tomó las riendas del periódico Ángel Custodio Oyarzún, cuando este alcanzó prestigio de diario, regularmente editado y con envergadura periodística, entre 1875 y 1909.
Desde su nacimiento, LA DISCUSIÓN contó con un servicio telegráfico y cablegráfico con noticias de la capital, del país y de las principales partes del mundo. Los dramáticos sucesos de la guerra franco-prusiana de 1870 fueron conocidos oportunamente en Chillán gracias a este servicio.
Durante la Guerra del Pacífico, mantuvo al corriente a sus lectores de todas las fases de la contienda, hasta mucho después de firmada la paz; y en la Revolución de 1891 se situó del lado de la oposición, lo que le costó un asalto en enero de ese año, para ser clausurado hasta el triunfo de los constitucionales. A partir de ese año, y hasta el Centenario de la República, en 1910, La Discusión se publicó en gran formato.
Empresas y sociedades tomaron el control del periódico en los años venideros, y a partir de 1920, se transformó en un diario estrictamente informativo y orientador de la opinión pública, puesto al servicio de la región y del país, con sus columnas abiertas al pensamiento de todos los sectores.
En 1927 tomó el diario el periodista Jorge Silva Silva, que lo dirigió con singular brillo, dándole el crédito de que hoy dispone.
Su retiro fue un duro golpe, y se temió por la subsistencia del medio. Esto, hasta que en octubre de 1936 Alfonso Lagos Villar asume el control de LA DISCUSIÓN.
En sus manos la empresa comenzó a rehacerse y uno de los primeros logros fue editar el diario los 365 días del año, puesto que hasta 1936 el diario no se editó los días lunes. Ese mismo año se incorporaron los servicios nacionales e internacionales de la United Press International.
Volver a nacer
Una dura prueba debió enfrentar nuevamente la ciudad y el diario. El terremoto de Chillán del 24 de enero de 1939 destruyó casi por completo el edificio, los talleres y sus maquinarias. Las pérdidas fueron enormes. Sin embargo, a costa de grandes sacrificios, reapareció dos meses después de la catástrofe. Sus primeras ediciones fueron recibidas en medio de un cariñoso y emocionante afecto, y el tesonero trabajo de Lagos le hizo merecedor del Premio Nacional de Periodismo en Redacción el año 1961, mismo galardón que le fuera otorgado a otros dos colaboradores del medio: Edgar Perramón (1971) y Tito Castillo (2001).
Durante la gestión de Lagos, en 1942 adquirió la emisora radial surgida en la década del 30, la cual pasó a denominarse Radio La Discusión, vigente hasta el día de hoy.
El 28 de agosto de 1976, antes de morir, Alfonso Lagos hizo donación del diario, junto a los talleres gráficos y la radio, a la Universidad de Concepción, tutela que la casa de estudios mantiene hasta ahora.
Desde 1990, el diario sale a la circulación en formato tabloide y es impreso mediante el sistema offset; en tanto en 2005 comenzó a estar disponible en su versión web.
En lo arquitectónico, las antiguas dependencias de LA DISCUSIÓN, ubicadas en calle 18 de Septiembre (donde actualmente se levanta la Torre Rucamanqui, ver fotografía secundaria); sucumbieron tras el terremoto de 1939.
Comenzó a levantarse tras la tragedia el actual edificio, obra del arquitecto de la Catedral, Hernán Larraín Errázuriz, y emplazada en 18 de Septiembre esquina El Roble, en su ubicación actual.
Este inmueble presenta un alto valor histórico y social, dada la función de la institución que alberga, como el mural directamente tallado que acoge en su hall, elaborado por la pintora y escultora chillaneja, Noemí Mourgues Bernard. En él se observa como motivo central la figura de Gutemberg, el creador de la imprenta. Si bien no responde a la arquitectura moderna instalada en Chillán post terremoto de 1939, es una construcción que respeta la identidad arquitectónica de Chillán en cuanto a altura y fachada continua.