“Una hacienda, un caserón que por símbolo resiste”, dicen algunos versos del famoso poema San Agustín de Puñual de Óscar Martínez Bilbao. Estas pocas, pero representativas palabras, describen lo que ha sido la historia de la casa de Arturo Prat en Ninhue, que pese a las inclemencias de la naturaleza aún se mantiene erguida y valiente como el héroe al que vio nacer, gracias también a varias restauraciones.
Así como esta existen más casas patronales en Ñuble, que tienen alrededor de 100 años de antigüedad, lo que no significa que hayan sido declaradas patrimoniales. Forman parte de la historia de la región, consumidas por el fuego o intactas. El Santuario Cuna de Prat es una de las que resistió.
La casa de Arturo Pra, ha vencido muchas batallas. Ha pasado tres terremotos, el de 1939 de Chillán, el de 1960 de Valdivia y el del 27 de febrero del 2010, fecha de su última reconstrucción, la que ha tenido lugar después de cada uno de los terremotos, encontrándose actualmente en perfecto estado.
Para el reciente incendio, igual se temió por su infraestructura. “El foco fue lejos de la casona, llegó apoyo de personal de la Armada de Talcahuano en caso de que el siniestro se acercara al museo. También teníamos un protocolo establecido para evacuar el patrimonio más importante, los artículos de mayor relevancia, para sacarlos en vehículos que teníamos listos para eso, pero no fue necesario porque el foco se encontraba lejos, en la ladera norte del cerro de Ninhue. También teníamos una línea de mangueras, y hay un embalse para sacar agua, todo estaba listo para ser usado” cuenta Manuel Guajardo, administrador de la casona de Arturo Prat Chacón, que estuvo en la Marina y quien junto al resto de los funcionarios que trabaja en el museo, son contratados por la Armada.
El 15 de octubre de 1968 fue nombrada monumento nacional por el Ministerio de Obras Públicas, en el decreto 16.980. Posterior a esto, es entregada a la Armada para su conservación y custodia. Fue inaugurada como museo el 3 de abril de 1979, fecha que coincide con los 100 años del combate naval de Iquique, y el 3 de abril con el natalicio de Prat.
La cuna de Prat, declarada museo de sitio, es una casa grande, que ha sido revestida en muchas ocasiones. Es un cuadrado irregular de murallas de adobe bajas y gruesas, con patios, su patio interior es al aire libre y tiene base de piedra para disipar la energía de los terremotos. Su fachada tiene pilares y vigas que están hechas de roble pellín. El techo está hecho de teja muslera (porque el artesano la fabricaba sobre su muslo). Su método constructivo viene de la cultura española, de la influencia árabe predominante en ese periodo, y de los elementos característicos de nuestra cultura. La casa antes de ser declarada monumento nacional, era la casona patronal de la hacienda San Agustín de Puñual.
Destruidas
Otra casa patronal antigua, importante en la región, se encontraba en el fundo Santa Gertrudis, camino a Nueva Aldea, en Quillón. La vivienda de estilo colonial, era de concreto, y fue construida después del terremoto de 1939. Había resistido sismos y otros eventos incendiarios. La casona era habitada por Margarita Doll de Unzueta, exalcaldesa de la comuna. “Perdimos más de 300 hectáreas de bosque nativo” comentó Miguel Unzueta, hijo de la exalcaldesa refiriéndose a los estragos del incendio.
Tampoco pudieron detener las llamas en Chillán Viejo. Donde se quemaron tres casas, dos de las cuales eran viviendas antiguas. “Hicimos todo lo posible por salvarla, tanto así que registré una llamada de solicitud pidiendo ayuda a la Municipalidad de Chillán Viejo, por un camión aljibe” cuenta María Luz Ramírez, quien vivía en la casa siniestrada en el Fundo Mengol, que fue construida en 1880 aproximadamente.
La casa patronal se ubicaba en el Fundo San Francisco de Mengol, en el sector de Caserío Linares, y tenía una arquitectura colonial, principalmente de adobe, tejas y maderas nativas. Sus habitaciones eran de cielo alto y con doble puerta de madera nativa con vidrio. Sus paredes eran de adobe.
“Es la única casa que tenemos en ese campo, que tiene la familia con esas características”, comentó María Ramírez. Las casas típicas de la arquitectura chilena de hace un siglo se identifican por el material predominante en ellas, que es el adobe. Tienen estructura de techumbre de madera y cubierta de teja de arcilla. Su diseño es con patios interiores cuadrados, rodeados de corredores. Por lo general los pisos son de piedra y ladrillo. Tienen influencia andaluza del sur de España.
Problemas
Con respecto al material y la infraestructura, el arquitecto Claudio Martínez explica que “el adobe es un material poco combustible, a diferencia de la madera, y de mayor resistencia al fuego en comparación con el acero, y también de óptimas condiciones de aislación térmica. El problema es que en caso de incendios estas construcciones tienen numerosos componentes de madera, que son parte de su estructura y que anulan las condiciones de aislación térmica y resistencia al fuego que pudieran ser una fortaleza. Por otra parte, un país sísmico como Chile no ofrece buena respuesta a los terremotos.”
No todas las casas antiguas son declaradas patrimoniales. Existen dos instrumentos para declarar un inmueble como patrimonio. El primero, que es una protección nacional, es la ley 17.288 que rige el accionar del Consejo de Monumentos Nacionales. Otra forma de proteger un inmueble, es a través del plan regulador comunal, identificándolo como inmueble de conservación histórica, que es una declaratorio local.
Sumado a ellos, las construcciones antiguas que tienen más de 100 años, si bien tienen un valor histórico intrínseco, además del hecho de haber resistido tanto tiempo en un país sísmico, no se califican necesariamente como patrimonio, pues a lo mencionado anteriormente se le debe agregar algunos criterios, como son el valor histórico, el social, el arquitectónico y el urbano del inmueble.
La arquitecta de la Unidad de Patrimonio de Chillán(UPA), Anabella Benavides, opina acerca de las leyes de protección en la legislación actual respecto a nuestro patrimonio cultural, material o inmaterial: “debería ser más contundente en términos normativos, para velar por la salvaguarda de los patrimonios, y además generar políticas de reactivación, para que las declaratorias no sean figuras que estanquen el uso de, por ejemplo, el patrimonio arquitectónico de las ciudades, sino que puedan ser protegidos y puestos en uso para la comunidad. Además, se necesita legislar “zonas de amortiguación” para que cuando existan inmuebles protegidos, el entorno circundante sea parte de esta protección con el fin de salvaguardar dicho elemento patrimonial”.
El objetivo de proteger los inmuebles es perpetuar el legado cultural, para que permanezca en la memoria colectiva de la comunidad y se traspase a las futuras generaciones.
Texto: Maily Chamorro