“El hogar, que es nuestro principal refugio, en este momento puede ser también un problema, cuando las condiciones físicas y de diseño no están preparadas para enfrentar una pandemia como esta”, plantea el arquitecto José Luis Gacitúa, a la par de especialistas en salud que reconocen que en Chillán hay vastas zonas en las que la densidad poblacional llega a ser tan elevada que constituye un factor de riesgo de propagación del Covid-19.
Lo que Gacitúa expone desde el punto de vista de la arquitectura, el médico chillanejo y dirigente del Colegio Médico, José Miguel Bernucci, lo confirma desde la salubridad, donde desde hace un tiempo que se viene hablando de un factor clave, como son “las determinantes sociales de la salud”.
Para el profesional chillanejo, existe una relación clara entre el hacinamiento de muchos sectores de la ciudad y la probabilidad que las personas terminen contagiándose, pues los espacios que habitan son estrechos.
Según antecedentes municipales y del actual Plan ReguladorComunal (PRC), la ciudad tiene áreas con una baja densidad poblacional, como por ejemplo el sector residencial de Quilamapu, al norte de la ciudad, que admite no más de 120 personas por hectárea, donde se pueden ver amplias avenidas y grandes áreas verdes.
Sin embargo, hacia el oriente de la capital regional, como el sector Los Volcanes en sus diferentes etapas, las Lomas de Oriente y otras, la cantidad de individuos por hectárea puede fácilmente superar los 1.000 por cada 10.000 metros cuadrados, habiendo una cantidad limitada de áreas verdes y avenidas.
Esta condicionante social y urbanística puede incidir de manera insospechada en a calidad de vida de las personas al exponerlas a situaciones de riesgo, como es adquirir el virus de Covid-19.
Contaminación y Covid
Bernucci pone de manifiesto que dentro de las determinantes sociales de la salud que constituyen riesgos frente a la pandemia, se cuentan la pobreza, marginalidad e incluso la exposición a la contaminación ambiental. En este último caso, se ha descrito científicamente la capacidad que tienen las emisiones de la combustión de leña MP10 o MP 2,5 para “transportar” al coronavirus, que posee dimensiones más pequeñas, pero que puede viajar y ser trasladada por las otras al comportarse como una partícula física.
Las llamadas determinantes sociales de la salud son según el Ministerio de la Salud y la OMS, “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, incluido el sistema de salud. Esas circunstancias son el resultado de la distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel mundial, nacional y local, que depende a su vez de las políticas adoptadas”.
Los determinantes sociales de la salud, se plantea, explican la mayor parte de las inequidades sanitarias, esto es, de las diferencias injustas y evitables observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación sanitaria.
En respuesta a la creciente preocupación suscitada por esas inequidades persistentes y cada vez mayores, la Organización Mundial de la Salud estableció en 2005 la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud, para que ofreciera asesoramiento respecto a la manera de mitigarlas.
Hacinamiento
Gacitúa sostiene que dentro de las condicionantes sociales, el lugar en el que las personas viven juega el rol preponderante a la hora de entender muchos problemas de salud y de comportamiento.
El profesional expone que “sin duda hacinamiento de personas en un espacio reducido genera problemas de salud, no solamente físicos como en el caso de este virus, sino que también otros como estrés o padecimientos de tipo mental”.
En el caso de coronavirus, explica, “es claro que existe mayor riesgo de propagación cuando hay más personas viviendo por metro cuadrado. De esta manera hay más posibilidades de contagio entre quienes viven en campamentos, en poblaciones. Es la clase más trabajadora la que está más expuesta, pues además ellos deben salir a trabajar; ellos no pueden decir ‘quedémonos en casa en cuarentena, a diferencia de una familia más acomodada”.
Según el arquitecto, “el diseño de la ciudad y la arquitectura no está exento de este tipo de problemas sociales y de salud”. En este sentido, postula, “las crisis son una buena instancia de reflexionar sobre cómo estamos generandolas condiciones para que las personas vivan mejor y no se enfermen”.
Gacitúa agregó que lamentablemente las villas, campamentos establecidos en torno a la periferia o los edificios “carecen de los espacios de aislamiento, pues muchas familias comparten sitios muy pequeños y cualquier contagio al interior del grupo se propagará rápidamente”.
Dinámica habitacional
Un estudio sobre dinámica habitacional de Chillán, elaborado hace un par de años por la Universidad Católica, analizó la manera en que la ciudad creció y pasó desde el damero central hacia la forma que tiene en la actualidad, donde existen muchas poblaciones de alta densidad que fueron creadas después de los años 90 del siglo XX.
En el informe se plantea que luego de la vuelta a la democracia se aceleró el crecimiento mediante la construcción de viviendas sociales hasta el siglo XXI, situación complementada por la aparición de proyectos habitacionales de inmobiliarias, que construyeron conjuntos de viviendas para clases sociales medias y altas.
Posteriormente se dictó la Ley de Predios Rústicos N° 3.516, que estableció la subdivisión predial de los suelos rurales en un mínimo de 5.000 m², generando una proliferación de parcelas de agrado en la zona periférica de Chillán, de forma difusa y segregando la ciudad.
Finalmente, Chillán desde principios del siglo XX hasta la actualidad, ha experimentado un fuerte crecimiento horizontal. El año 1900 la “mancha urbana” ocupaba 379 hectáreas, mientras que en la actualidad la superficie cubierta con viviendas superó con creces las 2.624 hectáreas.
Virus y “guetos”
El arquitecto Claudio Martínez Cerda lamenta que este crecimiento exponencial de la ciudad no se haya detenido y que persista el modelo de continuar densificando la urbe, pero ahora hacia las alturas a través de edificios que constituyen a su entender verdaderos “guetos verticales”.
El profesional indica que “la mayor cantidad de contagios se produce en zonas donde hay mucho hacinamiento y por lo tanto Los Volcanes y los otros sectores son de alto riesgo”.
Para el arquitecto, ahora queda en evidencia que “las políticas de vivienda social que se aplicaron en la ciudad y con el incentivo a la construcción de los guetos verticales, es altamente inconveniente y pueden fomentar el desarrollo de la pandemia y otras enfermedades. Esto debe hacer llamar a las autoridades a limitar y controlar la congestión de edificios con altos índices de hacinamiento”.
Martínez agrega que “la edificación de proyectos verticales de hasta 22 metros es un atentado contra las personas que ahí van a habitar, así como las políticas sociales que han promovido guetos horizontales donde es imposible practicar el aislamiento social. Por lo tanto, si hay enseñanza de lo que está ocurriendo y un aprendizaje de parte de autoridades, es planificar las ciudades teniendo en cuanta condiciones de salubridad y sanitarias, mejorando el trazado urbano y diseño de espacios públicos, los cuales no puede seguir sujetas estrictamente al mercado; ese es un error de años y hoy se pagan las consecuencias”.
“El virus está en todas partes”
Frente a la evidencia de que hay zonas de la ciudad más expuesta que otras, las autoridades regionales han tomado cartas en el asunto y promueven el cuidado personal activo, de tal manera que las personas respeten normas de distanciamiento y sobre todo permanezcan en sus domicilios.
El intendente de Ñuble, Martín Arrau, plantea que “hay sectores o lugares que claramente si se produce mayor flujo de personas o aglomeraciones, que no debieran ocurrir, pueden ser focos de contagio si no se respetan las medidas sanitarias correspondientes, como puede ser una plaza, un supermercado, el mercado, entre otros espacios”.
Frente a este escenario, agrega la autoridad, “más allá de centrarnos en la concentración de personas, el llamado es a que quienes puedan se queden en su casa, a respetar el distanciamiento social, si va al supermercado o al negocio de su barrio cumpla con las instrucciones, utilizar siempre mascarilla, porque el riesgo está presente en todas partes”.
Arrau indica que además, junto a la Seremi de Vivienda y Urbanismo han estado apoyando a las familias más vulnerables y que viven en campamentos: “hemos estado preocupados de ellos y acompañándolos. De hecho, entregamos kit de limpieza y cuidado personal muy necesarios para las familias y para enfrentar esta pandemia. Por otra parte, también estuvimos junto a las personas en situación de calle, con la Seremi de Desarrollo Social, llevándoles alimentación y kits de higiene, porque también son un grupo de riesgo. Aquí quiero ser claro, estamos tratando de llegar a todo el que lo necesite, con diferentes iniciativas, porque el coronavirus no distingue y no discrimina”.
En el caso de las edificaciones de altura que existen en la ciudad, recalca que “los residentes igualmente deben seguir determinadas normas, pues insisto, el coronavirus está en todas partes”.
Subrayó que lo importante, en un edificio, “es que tanto la administración como los residentes tomen las medidas sanitarias de resguardo para cuidarse ellos y cuidar a sus vecinos. Si no se adoptan las medidas, independiente del lugar que sea, el riesgo está. Por eso, aunque sea majadero, va más allá de una zona específica, densidad poblacional o las medidas que como autoridad podamos implementar. La prevención requiere de un trabajo colaborativo y del compromiso de cada uno de nosotros”.