Cuando el reloj marcaba las 00.00 horas del 1 de enero de 2021, el silencio de la noche en San Carlos se quebró con una seguidilla de estruendos, al tiempo que el cielo se iluminaba con lluvias de colores.
Los sancarlinos celebraban la llegada del Año Nuevo con fuegos artificiales frente a la Plaza de Armas, un espectáculo propio de ciudades más grandes, como Santiago, Valparaíso e incluso Chillán, pero que por los recortes presupuestarios por la pandemia, esa vez no los lanzaron.
La fiesta urbana y toda su algarabía fue cortesía del nuevo dueño de la botillería 8.8 (ubicada ahí mismo, frente a la plaza) un hombre que de tanto en tanto llegaba a supervisar el funcionamiento del local, en un Audi o un Mercedes Benz y que llamaba la atención por sus camisas de colores adrenalínicos, sus gruesas cadenas de oro y su pelo ondulado teñido de un vivo amarillo.
En San Carlos dicen que la gente lo quería porque ayudaba a las personas, incluso auspiciaba la carrera de varios exponentes del reggaetón en el país.
Sin embargo, Marco Antonio Rebolledo Rodríguez, de 37 años de edad, no contaba con una raíz de estudios empresariales, ni tampoco creció al alero de una familia ni de un entorno del que haya podido desprender los secretos para ser un comerciante exitoso.
Salvo su apodo “El Manguera”, poco se podía escarbar en su pasado. Salvo que era un muchacho de escasos recursos al que le gustaba fumar marihuana. De hecho, mirando en su pasado, es que se descubre que en 2008 fue detenido por tráfico de pequeñas cantidades y formalizado por la ley antigua de drogas.
En 2011 se le detuvo nuevamente, esta vez por el delito de lesiones leves; en 2013, por consumir droga en la vía pública, y sólo meses después, ese mismo año, “fue la primera vez que se le formaliza por microtráfico de drogas bajo la Ley 20 mil (la ley nueva)”, dice el fiscal jefe de San Carlos, Rolando Canahuate.
El persecutor añade que Rebolledo Rodríguez no tenía nada distinto a tantos otros jóvenes detenidos por microtráfico de marihuana, que era sólo uno más.
No fue hasta el sábado pasado, que el fiscal Canahuate volvería a formalizar al Manguera. Ya no por esos delitos comunes, los microtráficos de toda la vida en San Carlos, sino por ser el líder de una banda que había amasado millones de pesos. Esos mismos millones con los que compró el Audi, el Mercedes, la botillería, el pago de los fuegos artificiales y además, el arriendo de varias casas.
“El utilizaba algunas viviendas para acopio y otras para distribución, en total se allanaron cuatro domicilios en San Carlos”, explicó Canahuate, quien además reveló que una de las tantas casas que ocupó fue en Chillán, ni más ni menos que en la Avenida O´Higgins, justo al frente de la Brigada Antinarcóticos.
El Manguera, quiéralo o no, pasó a la historia del tráfico de drogas en Ñuble, ya que fue el cabecilla de esta banda a la que se le hizo el decomiso más grande que recuerde la región: 4,7 toneladas de drogas, entre marihuana, cocaína y tusy, una sustancia química del tipo recreativa y alucinógena.
Nada de pasta base. “Al parecer el mercado objetivo de esta banda eran personas de un estrato social un poco más elevado que el suele consumir pasta base”, sostuvo.
La droga era tanta (al menos para la realidad de Ñuble) que ésta fue exhibida ante las autoridades y la prensa en el estadio Nelson Oyarzún Arenas, lugar en el que sólo las matas de marihuana ocupaban un área de unos 30 por 10 metros.
Además había una mesa con cerca de 850 gramos de cocaína y alrededor de 14 gramos de la colorida tusy. Pero lo que despertó la preocupación mayor de policías y fiscales fueron las armas.
Una escopeta doble cañón, armas cortas y una subametralladora automática adaptada de 9 mm, capaz de disparar en ráfaga. Además una bolsa con incontables balas.
Canahuate, quien ha estado como jefe de la Fiscalía de San Carlos desde que comenzó la vigencia del actual sistema procesal penal, en 2003, dijo al respecto que “le soy bien sincero, de todas las investigaciones que hemos realizado en San Carlos, siempre se encuentran armas de fuego, pero con esta cantidad y potencia, no me lo había encontrado. Lamentablemente, esto es ya parte de la cultura narco”.
Ñuble de “pantalones largos”
Este año, en Chillán hubo dos homicidios asociados a rencillas por tráfico de drogas. Este mes, Carabineros triplicó la cantidad de drogas incautadas respecto al total del 2020. Se ha sacado de circulación marihuana, cocaína, pasta base, lsd, hongos alucinógenos y tusy.
Si se calcula la cantidad de dinero que se pudo obtener producto de lo incautado, la cifra supera los 25 mil millones de pesos. La mitad de la propuesta presupuestaria para la Región de Ñuble para este 2021.
La magnitud del operativo, que contó con 65 funcionarios de la PDI de Chillán, motivó al director nacional de la Policía de Investigaciones, Héctor Espinosa, a venir a la región, ocasión en la que se le consultó si Chile dejaba ya de ser sólo un lugar de paso para los traficantes, y si Ñuble ya se ponía los “Pantalones largos” en materia de narcotráfico.
“Hay que dejar claro que hoy no hay ninguna parte de la zona central del país en el que no se haya encontrado drogas”, fue su primera respuesta.
La complementaría advirtiendo sobre la letalidad del armamento encontrado y luego la fiscal regional, Nayalet Mansilla complementó el enunciado advirtiendo que la banda del manguera tenía una estructura clara y definida “en la que había roles bien limitados, como soldados, personal de vigilancia, encargados de comunicaciones, apoyo logístico y financistas”, agregando que se investigará sus relaciones con la industria musical y con los locales comerciales de los integrantes de la banda, para indagar en un posible lavado de activos.
Es por eso que en el Ministerio Público se dijo literalmente que en esta oportunidad la investigación subió un peldaño más, respecto a lo que generalmente se realizaba. Esto porque dentro de estas diligencias (bautizada Operación M, por Manguera) no solo se logró incautar cerca de siete mil plantas de cannabis que se cultivaban, como suele ser lo usual, en un sector de difícil acceso en la comuna de Longaví, región del Maule, “sino que esta vez se pudo dar con los responsables. Muchas veces nos ocurre que damos con las plantaciones pero no tenemos detenidos”, apuntó la fiscal regional.
En Ñuble y Maule
La red del Manguera tenía contactos en diversas regiones del país, al menos desde la de Valparaíso.
Por tal razón, la PDI debió hacer allanamientos simultáneos en San Carlos, donde se detuvo a ocho personas, incluyendo al líder; y también en Longaví, donde se detuvo a otras siete, entre ellos tres jefes y cuatro encargados de los cultivos de cannabis, que contaban con el sistema de cultivo en terrazas.
Esta facción maulina se encargaba de ser los proveedores y también tenían lazos comerciales ilícitos con otras bandas del país
La investigación estableció que Fernando Troncoso Peña, un segundo implicado en esta agrupación criminal, era quien compraba la droga a nombre del Manguera, a Orlando Sepúlveda Ibáñez, quien era el nexo con los imputados de Longaví.
Luego la droga era distribuida a microtraficantes a través de los “soldados” Tristán Meriño Moreno, Jonathan Sandoval Vergara, David Rojas Muñoz, Matías Hidalgo Toro y Deisy Hernández Toro.
Este grupo fue detenido la madrugada del sábado en cumplimiento de órdenes de entrada, registro e incautación a sus domicilios. A todos, el fiscal Rolando Canahuate los formalizó el domingo por tráfico de drogas, y en el caso de Marco Antonio Rebolledo y Orlando Sepúlveda, además, por tenencia ilegal de armas de fuego. Ambos imputados más Jonathan Sandoval y David Rojas quedaron en prisión preventiva. El resto quedó con medidas cautelares de menor intensidad.
En tanto, la facción de Longaví, fue formalizada ayer en el Juzgado de Garantía de San Carlos, audiencia que finalizó con el decreto de prisión preventiva para los siete imputados.