La estrategia de desarrollo de la Región de Ñuble que fue aprobada a fines del año pasado y que será el manual de ruta del próximo gobernador regional, considera al comercio exterior como un eje fundamental, dada la alta dependencia de Ñuble de las exportaciones, principalmente forestales, agrícolas y agroindustriales.
No obstante lo anterior, el primer desafío de Ñuble es la diversificación de esa oferta exportable, pues desde hace tres décadas que los principales envíos de esta zona corresponden al sector forestal.
En efecto, pese a que en los últimos cinco años los sectores que más crecieron fueron los productos agropecuarios y los vinos, ambos representan poco más del 30% del valor total exportado, una cifra que sigue poniendo de manifiesto la fuerte dependencia del comportamiento que tengan los envíos forestales.
Es por lo anterior que entre los expertos existe coincidencia en la necesidad de ampliar la base productiva de la nueva región y en consecuencia, la canasta exportadora.
De igual forma, los gremios de productores agropecuarios insisten en la necesidad de contar con políticas de fomento que permitan impulsar el sector, de manera de hacerlo más competitivo en los mercados externos, así como también, avanzar en la difícil tarea de introducir mayor valor en la cadena productiva.
Una de las principales preocupaciones es que la mayor parte de los embarques del sector agropecuario corresponde a commodities, es decir, fruta fresca y congelada que no supone una agregación de valor importante, y sus precios son altamente vulnerables al comportamiento de los mercados externos. De ahí la necesidad de agregar valor a la producción local, tal como se observa en la agroindustria, en la industria láctea, en la industria semillera y en los alimentos gourmet.
Es importante comprender que la agregación de valor no solo constituye una suerte de seguro frente a las fluctuaciones de precios de los commodities, sino que también conlleva un desarrollo económico importante para toda la cadena que está detrás.
Pero para alcanzar dicho objetivo la participación del sector privado es clave, ya que las inversiones en infraestructura, maquinaria y conocimiento son indispensables para la agregación de valor.
La diferenciación a partir de la agregación de valor es la mejor forma de capear tormentas, puesto que al “descomoditizar” la producción se logran precios más altos y menos vulnerables frente a las crisis, cada vez más comunes en el comercio internacional. Además, el impacto económico y social que supone la agregación de valor, por la vía de la generación de empleos y riqueza, constituye un argumento más que suficiente para que la región dé este paso.