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Señor Director:
Nos encontramos en lo que Byung-Chul Ha denomina la “Sociedad del cansancio”: un agotamiento generalizado que afecta a nuestros cuerpos, entrelaza nuestras mentes y nuestros espíritus.
En la actualidad tenemos la presión constante de ser productivos, exitosos y más aún conscientes del medio y nuestra emocionalidad. Además, nos enfrentamos a la intensificación del uso de la tecnología y la automatización. Esto nos genera un falso ideario de libertad que nos atrapa y envuelve en un ciclo incesante de notificaciones y demandas digitales, contribuyendo al agotamiento mental crónico y con eminentes consecuencias en nuestra salud mental.
Vivimos la competencia desenfrenada en el ámbito laboral; la sobre exigencia y obsesiva búsqueda de la perfección, que se convierten en los motores y pilares de la sociedad del cansancio. En este sentido el descanso se concibe como un lujo, y la pausa para reflexionar y conversar en una rareza. Esta fatiga de la que habla Byung-Chul Han erosiona la calidad de nuestras relaciones sociales en un cotidiano vertiginoso.
La conexión humana auténtica se ve eclipsada por interacciones superficiales y rápidas, perpetuando la soledad a pesar de la supuesta hiperconectividad. Es fundamental replantear nuestro enfoque colectivo y abrazar la importancia del descanso, la reflexión y la desconexión como elementos esenciales para la salud individual y social.
La sociedad del cansancio no puede perdurar sin consecuencias graves. Es hora de redescubrir un equilibrio que valore la calidad sobre la cantidad, la conexión genuina sobre la superficialidad y el bienestar sobre la constante carrera hacia ninguna parte.
Samuel Erices
Académico Trabajo Social, U. Central