Más que una reja, era una malla metálica. Con ella, apenas establecían un límite entre su local “Rodafrenos” y el estero Las Toscas y ese puente, bajo el que había un número no siempre estable de personas viviendo.
Desde este local, su dueña, Ana María Ramírez, miraba a través de la reja el trabajo realizado el pasado miércoles, por Carabineros y personal de Aseo y Ornato, junto con el de Seguridad Municipal. Miraba con algo de incredulidad y optimismo al mismo tiempo, cómo las cuadrillas retiraban los colchones, las sillas, tambores metálicos, cajas y materiales de construcción con los que sus habitantes habían improvisado los habitáculos en los que se guarnecían.
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Y los mismos habitantes, desalojados también. Por eso el optimismo.
La incredulidad era porque no era esta la primera vez que los echaban y, como era de esperar, volvían al día siguiente. Sin embargo, las faenas de las cuadrillas, amén del aseo y el desalojo de las personas, incluía una medida inédita, como el cierre perimetral completo del puente, con un enrejado bastante más resistente -al menos en apariencia- que la malla de Rodafrenos.
“Encuentro espectacular la gestión que están haciendo. Ellos nos venían siempre a sacar agua, se metían al negocio, con agresiones. Una vez a mí me tomaron y me decían que me quedara tranquila, que no me iba a pasar nada, pero la verdad es que yo no entendía nada, entonces al final estábamos todos como con miedo de estar aquí”, comentó la locataria.
Había alegría al otro lado de la calle, también. Ivonne Quezada, vecina de la villa El Nevado, dijo que “la iniciativa me parece muy buena, porque de repente una pasa y van saliendo personas debajo del puente, y eso genera mucha inseguridad”.
La iniciativa no se asocia a un acto de limpieza puntual. El retirar a los moradores y clausurar los accesos al lecho del estero era parte de una serie de solicitudes realizadas por los locatarios del sector, especialmente por quienes manejan locales nocturnos de gastronomía o la estación de servicios de gasolina, ubicada a pocos metros del sector.
Acusaban que eran los autores de numerosos hurtos y agresiones a trabajadores y clientes, a quienes incluso en ocasiones, les quitaban la comida del plato, cuando estaban instalados en las terrazas exteriores.
Testigos añadían riñas, consumo de alcohol y drogas, acusando además que muchas veces eran ellos quienes ayudaban a esconder artículos robados a las bandas que tenían literalmente asediados al rubro en la Avenida Argentina.
Al menos, durante las primeras 24 horas transcurridas del desalojo, las rejas estaban intactas y no había personas bajo el puente.
Plan de Seguridad para el barrio
El día del desalojo, había cerca de 14 personas bajo el puente. Todos mayores de edad.
“Algunos acogieron la propuesta que les presentó la municipalidad de irse a una de las hospederías disponibles en la comuna; otros, sencillamente se fueron caminando sin informar rumbo; pero también hubo algunos que llamaron a sus familiares para que los vinieran a buscar, así que se les contrató un camión que los llevó junto con sus pertenencias a sus respectivos domicilios”, explicó Alejandra Martínez, directora del Departamento de Seguridad Municipal.
Posteriormente, el lugar comenzó a ser monitoreado telemáticamente desde la central de comunicaciones de Carabineros, para prevenir vandalismos o que otras personas se tomen el sitio.
Si bien, admiten que hubo un par de intentos de traspaso, las personas finalmente se retiraron, y el flanco que evidenció vulnerabilidad fue reforzado.
“Este lugar seguirá siendo monitoreado para que sus límites no sean traspasados ni se generen daños, ya que sabemos que mantenerlo limpio y sin moradores es una de las prioridades del plan de seguridad implementado para el sector”, añadió la directora.
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