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Desafíos del enoturismo en Itata

El Valle del Itata es la cuna del vino chileno, sin embargo, el desarrollo del enoturismo en esta zona es bajo, muy distinto a lo que ocurre en los valles de Colchagua o Casablanca, favorecidos por su cercanía a Santiago, fuente de las mayores emisiones de turistas y tránsito de los visitantes extranjeros.

Sin embargo, el éxito de los destinos mencionados no se puede atribuir exclusivamente a su ubicación. En ellos ha existido un trabajo constante y planificado.

Actualmente, en Chile, 155 viñas están abiertas oficialmente al turismo. En Itata hay 15 registradas, pero se estima que la cifra real es el doble.

En un valle donde la regla son las pequeñas viñas campesinas, la oportunidad de generar ingresos a través del enoturismo cobra especial relevancia, pues, además, constituye un canal de comercialización para productores cuyos volúmenes son limitados. De hecho, en la venta in situ la utilidad puede llegar hasta el 90%, a diferencia de los canales tradicionales, donde bordea el 50%.

Por ello se valora el esfuerzo público-privado que se ha hecho en la última década para levantar la oferta de valor de los emprendedores locales y luego realizar una difusión conjunta, a nivel regional, nacional e internacional, con un relato unificado del Valle del Itata y sus vinos.

En ese contexto, destaca el trabajo realizado desde 2022 por el Gremio de Enoturismo del Valle del Itata -integrado por actores de los rubros gastronomía, hotelería y viñas-, que recientemente organizó la segunda versión del congreso Vinaliza, un esfuerzo público-privado por posicionar la región y fortalecer el ecosistema emprendedor del enoturismo.

Pero, ciertamente, aún falta mucho por avanzar y no basta con que decenas de bodegas hagan degustaciones para levantar el turismo en la zona. El paso necesario para construir una ruta del vino y desarrollar el enoturismo en el Valle del Itata es la agregación de valor en la oferta enoturística y la asociatividad, pues cualquier esfuerzo individual resultará inútil.

Y no se trata solo de una asociatividad entre viñedos, sino que, con otros emprendimientos complementarios, por ejemplo, en gastronomía, alojamiento, transporte, comercio y servicios turísticos. En ese sentido, desde una perspectiva territorial, dicha asociatividad también debe darse con otros destinos, como Valle Las Trancas-Termas de Chillán, Cobquecura o Chillán, entre otros.

Y si se trata de desafíos, se debe mejorar la infraestructura pública, para lo que se requiere compromiso y voluntad de autoridades y líderes políticos, por ejemplo, para concretar la ruta costera Cobquecura-Dichato, pavimentar rutas interiores, fortalecer la red de transmisión eléctrica, incrementar la cobertura sanitaria rural y perseverar en los esfuerzos por contar con una conexión aérea Chillán-Santiago.

En cuanto al negocio, no se trata, en ningún caso, de emular los modelos de los valles centrales ni de construir grandes salones de recepción. Los turistas que buscan experiencias y tienen afinidad con el vino, esperan encontrar autenticidad y, en ese contexto, en Itata la oferta es única.

La destacada participación que tuvo Ñuble recientemente en la cuarta versión de los Premios Enoturismo Chile confirma que la enogastronomía, la calidad de servicios y el valor patrimonial de las tradiciones que se conservan hasta hoy, hacen el maridaje perfecto para un relato que no ofrece ninguna otra zona vitivinícola chilena.

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