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Desafíos agrícolas

Pese a ser la principal actividad económica durante casi 4 siglos, el potencial agrícola de Ñuble no ha alcanzado un nivel de desarrollo lo suficientemente robusto como para obtener las ventajas que de ella se podría conseguir y que desde hace un tiempo la perfilan como un posible polo de producción alimentaria con liderazgo nacional e internacional.

En la región existen aproximadamente 40 mil agricultores, siendo la mayoría de ellos pequeños propietarios o pymes que trabajan en forma individual y, por ende, tienen un costo mayor a la hora de exportar, adquirir insumos, generar nuevos mercados y diversificar su producción.

Por otra parte, suele olvidarse que el agro local está inserto en un mercado altamente competitivo y complejo, con actores internacionales, pero también locales, como ocurre con la competencia interna de las regiones y provincias vecinas.

Ilógico, entonces, es negar la realidad y como el análisis es claro, lo inteligente es centrarse en la solución, que no es otra que actuar asociativamente en función de metas efectivas de desarrollo y competitividad.

Es evidente que se necesita generar una mejor coordinación entre los agricultores, ya sea por rubro o sector territorial. En promedio un propietario agrícola es dueño de 31 hectáreas, lo que es una superficie muy pequeña al hablar de volúmenes competitivos de producción. Por esto, es urgente la coordinación entre ellos.

El aumento de hectáreas regadas es otro punto fundamental para el agro de Ñuble y otro de los temas que actualmente inquietan al gremio, ya sea por reformas legales que pueden afectar la gestión del agua, como por la disponibilidad y uso del recurso. En la actualidad, solo el 30% de la superficie disponible para la agricultura tiene un sistema de riego. Por ende, una mejora en la conducción del agua hacia el riego, así como su almacenamiento, son tareas prioritarias.

Un tercer aspecto a considerar en una visión estratégica del desarrollo agrícola, rol que está llamado a cumplir la primera estrategia regional de desarrollo, aprobada en septiembre pasado. Precisamente, el instrumento de planificación se pone como meta lograr una mayor diversificación de los productos, entregando valor agregado a la actual producción regional.

Para conseguir este anhelado deseo de los agricultores se requiere invertir en nuevas tecnologías, capacitación del recurso humano, mejoras en la administración y manejo de los productos y, por supuesto, mejorar la competitividad tanto interna como hacia el exterior. Igualmente, profundizar el buen uso de las líneas de financiamiento que ofrecen las instituciones públicas como el mismo Prochile y las distintas agencias del Ministerio de Agricultura y establecer alianzas con instituciones de educación superior para generar investigación pertinente a nuestro territorio, son también aspectos en los que se debe avanzar si se desea potenciar el agro de Ñuble.

La pandemia no vino sola, está causando una recesión mundial, pero también nos ha vuelto a recordar nuestra vocación agroalimentaria. El forzado experimento de una economía cerrada por el coronavirus nos está enseñando que es vital volver a conceptos como la seguridad alimentaria y protección de productos esenciales de la canasta familiar.

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