Señor Director:
Israel enfrenta un desafío importantísimo en su respuesta militar al despiadado ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre: lograr el equilibrio entre el restablecimiento de su capacidad disuasiva y la importancia de minimizar bajas civiles.
En esta respuesta que implementa sobre Gaza, su objetivo debe ser neutralizar Hamás, evitando la muerte indiscriminada de gazatíes, que solo ayuda a fabricar la siguiente generación de extremistas.
Neutralizar a Hamás y la cultura de la muerte de los shahid es una prioridad para la seguridad nacional israelí. Lamentablemente, estamos frente a una catástrofe humanitaria que ya comienza a preparar a la siguiente camada de violentistas. La demanda a millones de gazatíes de dejar sus hogares ha sido cuestionada como una tentativa de remoción forzada, que no solamente es dramática, sino que calará hondo.
Es importante señalar que Hamás no está constituido por luchadores por la libertad, sino que por fundamentalistas y demagogos misóginos que oprimen a su propio pueblo y utilizan la degradación en Gaza —que es real e indesmentible dado el bloqueo económico y los bombardeos periódicos— como combustible para propagar su cultura de la muerte.
Con superioridad táctica indiscutible, Israel debe atender las profundas consecuencias que tendrán sus acciones militares. No vaya ser que el remedio sea peor que la enfermedad y termine condenando a las generaciones futuras de israelíes a atrocidades peores que las de inicios de octubre.
Camilo Barría-Rodríguez