Señor Director:
En septiembre se conmemora el día mundial de la dermatitis atópica y, aunque podría ser un día para celebrar y conmemorar a todos los pacientes que la sufren, debemos ocuparnos en hacer un llamado a quienes trabajan en políticas de salud para que consideren a la dermatitis atópica severa como una enfermedad grave y de alto costo.
Muchas veces las enfermedades a la piel son subestimadas en su importancia y en el grado de afectación en la calidad de vida. Estas patologías son de las que más gastos generan a los pacientes y al sistema de salud completo, tanto así que se ha descrito que son responsables de generar hasta 48.6 millones de años perdidos y hasta 39 millones de años vividos con discapacidad relacionada con una enfermedad exclusivamente cutánea.
Las dermatitis son las que ocupan la mayor proporción de ese gasto; pensemos en lo complejo que es para una persona estar con una piel completamente enferma, asociado a síntomas invalidantes que afectan de manera significativa la calidad y la afectación emocional que puede incluso llegar a la ideación suicida. Si a eso le agregamos que hoy tenemos tratamientos altamente efectivos para tratarlas, pero de alto costo y por lo tanto, con un acceso muy limitado, el resultado es irremediablemente un paciente gravemente enfermo, médicos que debemos tratar pacientes de acuerdo a la realidad local y no con lo ideal en términos de evidencia, sumado a un sistema de salud saturado.
Con todo, hoy no es un día para celebrar. Lo que nuestros pacientes sufren y la falta de leyes que garanticen el acceso a medicamentos de alto costo para el tratamiento de la dermatitis atópica severa, merece una medida urgente.
Dr. Javier Arellano
Dermatólogo, Universidad de Chile