Señor Director:
El 10 diciembre de 1948, la Asamblea General de la ONU adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por el “Informe Rettig” (8-2-91), la Conferencia Episcopal de Chile, en parte de una extensa declaración expresaron el 07 marzo 1991: “El contenido del Informe nos obliga a reiterar con la mayor fuerza lo que tantas veces hemos dicho: el Señor nos invita a construir la paz como fruto de la verdad, la justicia y el amor. Debemos, desde la mirada del Señor, repetir que no podemos aceptar una doctrina que justifique la violación de los derechos humanos como camino para resolver los conflictos sociales. Justificar la violencia fratricida tiene como consecuencia violaciones a los derechos humanos que no son solo fruto de excesos lamentables. La Iglesia que nació del costado abierto del Señor, injustamente martirizado, hace propio el dolor de los que han sufrido y desea colaborar para que toda esa pena no sea estéril, no se repita y se convierta en semilla de un Chile nuevo. En la pasión se hace presente la tortura, el abuso, la traición, el lavarse las manos, la acusación falsa, el juicio injusto, la prevaricación de las autoridades, la muerte del justo. La Pasión de Jesús nos ayuda a comprender que atentar contra los derechos del hombre es atentar contra los derechos de Dios. La Iglesia desea agradecer a Dios por todas las personas que se sacrificaron en estos años y expusieron hasta su propia vida por defender al hombre. En particular queremos mencionar a la Vicaría de la Solidaridad”.
Derico Cofré Catril
