Señor Director:
Las niñeces no son homogéneas, aunque desde una mirada adultocéntrica y edadista se las haya observado como un grupo
uniforme, sin matices. Sin embargo, hay una cuestión que si es universal: el declararlas como sujetas de derechos, avance
histórico que se logra recién con la Declaración Universal de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, principio tan
básico en el presente, pero que fue por tan largo tiempo invisibilizado. En Chile, como en el resto del mundo, las niñas son
diversas y heterogéneas: niñas rurales, niñas indígenas, niñas migrantes, niñas pobladoras que habitan a lo largo y ancho de
nuestro territorio. Ahora bien, los derechos a jugar, estudiar, recibir contención familiar o hacer deporte en ambientes seguros
y saludables no siempre son compatibles con prácticas sociales que implican, por ejemplo, una sobre responsabilización de
tareas domésticas y de cuidado, especialmente a cargo de las niñas de los hogares más pobres.
En este sentido, los desafíos a los que nos enfrentamos como sociedad respecto a todas ellas son el promover su empo-
deramiento sostenible, garantizar la igualdad de oportunidades para que desplieguen todo su potencial. A los adultos nos
corresponde ser vigilantes para el cumplimiento del ejercicio del derecho de las niñas a una educación integral, a una salud
de calidad y oportuna y a vivir en ambientes libres de violencia y abuso sexual infantil, entre otros. Finalmente, en un contexto
globalizado, es necesario llamar la atención sobre las niñas víctimas de conflictos armados que lamentablemente estamos
observando diariamente, y que por ningún motivo podemos normalizar.
Pamela Caro Molina, Directora Centro Cielo UST