Hace algunas semanas, la destacada atleta de Ñuble, multicampeona nacional del lanzamiento del disco, Catalina Bravo, hoy estudiante de la UBB Chillán, con un breve paso académico en Argentina, reveló que en más de una ocasión vivió en carne propia la discriminación en el mundo del atletismo.
Y recalcó, cómo botón de muestra, que la ocasión en la que más sintió esa “diferencia”, fue cuando le quitaron la beca Proddar por el solo hecho de estar embarazada.
Catalina recalcó que ella siguió entrenando y hasta compitiendo, pero su estado de gravidez gatilló la pérdida del beneficio.
“Si esto le ocurre a un atleta papá, estoy seguro que no le ocurre lo mismo”, subrayó hace algunos días al espacio “Entrenamiento Invisible” del fan page de Dimensión Deportiva.
Por su parte, la atleta del Club Atlético Quilamapu, Rafaela González, reveló en entrevista con Dimensión Deportiva, que sentía que las categorías menores y juveniles, que deberían ser la base del crecimiento del atletismo chileno, no eran prioridad, por el momento, para la Federación Atlética de Chile, organismo que se ha enfocado solo en las categorías adultas para organizar torneos en pandemia.
Los basquetbolistas también acusan discriminación. El alero chillanejo, Ricardo Armijo, que juega en Puente Alto, en la Liga Nacional de Básquetbol de Chile, calificó cómo “discriminatoria y desproporcionada” la medida del Gobierno, de suspender la Liga, decisión que puede significar el cierre de la competencia y un impacto en la economía de los clubes y el sueldo de los jugadores.
Mientras a nivel estatal se pretende con un protocolo obligatorio erradicar el abuso, el acoso y la discriminación, en los clubes chilenos también sería bueno que las políticas deportivas y decisiones que se adoptan en plena pandemia, no tuvieran esa carga discriminatoria que denuncian los propios deportistas.